Commons & Incentivos & Neutralidad climática

9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

Si la sociedad fuera capaz de reemplazar el capitalismo por la producción colaborativa (commoning), al menos en gran parte de los rubros de la economía, podríamos llegar antes a la neutralidad climática y terminar con la emisión de gases con efecto invernadero.

La hipótesis que el commoning tiende a la sustentabilidad es popular en el movimiento colaborativo, y la hemos mencionado varias veces en el blog. Pero muchos se preguntarán: ¿por qué esto podría ser así? Ya hemos explicado algunos mecanismos de manera muy escueta en los textos introductorios. En este artículo vamos a ahondar un poco más y te explicamos las razones más importantes que apuntan a la sustentabilidad del commoning en un lenguaje fácil de comprender. Varios de estos puntos además pueden ayudarnos con otro desafío para proyectos colaborativos: pueden reducir los costos que tienen que afrontar.

1. Es posible dedicarse (casi) exclusivamente a la producción

La producción colaborativa puede prescindir de varias tareas ajenas a la producción, como la publicidad, que son necesarias en las empresas capitalistas. Esto debería resultar en un menor consumo de energía.

Los proyectos de producción colaborativa pueden concentrarse en las tareas centrales de la producción de bienes o de la prestación de servicios. Varios sectores de una típica empresa capitalista, como el marketing, las relaciones públicas y la publicidad se pueden reducir a un mínimo o eliminarse completamente. La razón principal es que los proyectos activos en el mismo sector no necesitan competir con otros, al contrario: tienden a cooperar. No necesitan resaltar la marca propia con producciones costosas, como clips de publicidad o la impresión de folletos y volantes. La comunicación con los posibles consumidores puede realizarse a través de métodos sencillos como la Web.

Por razones similares los proyectos pueden reducir viajes de negocios, eliminando los que existen por razones como las relaciones públicas o la adquisición de nuevos clientes. Muchas de estas tareas se pueden realizar por videoconferencia. Si se reemplazan viajes en avión, el ahorro en cuanto a emisiones es significativo. También se reduce la importancia del sector financiero. Si bien algunos proyectos necesitarán un banco para conseguir préstamos, no necesitan estrategias de inversión sofisticadas y caras. Y el concepto de las Finanzas Commons, que presentamos en el texto sobre la producción colaborativa incentivada puede realizarse a través de blockchains, sin la intervención de bancos.

2. Menor demanda de inmuebles

La producción colaborativa necesita menos inmuebles como oficinas y locales, liberándose de obligaciones como mantenimiento y calefacción.

Por una lógica similar al punto anterior, los proyectos de producción colaborativa necesitan menos superficie para sus actividades, es decir inmuebles. Por un lado, pueden prescindir de oficinas para áreas como el del marketing. Por otro lado, muchas tareas puede realizarse en gran parte desde el home office, es decir desde casas particulares. Y si realmente se necesitan oficinas, estas se pueden compartir con otros proyectos. Simplemente porque no hay razón alguna que impide cooperar. Esto también aplica a otro tipo de inmuebles y terrenos.

De esta manera se eliminan varias fuentes de gasto de energía como la construcción, el mantenimiento y la climatización o calefacción de estos inmuebles. Si el commoning se transforma en el modelo dominante de producción, por ende es probable que se reduzca drásticamente la demanda de oficinas. Los inmuebles que no se necesitan más pueden usarse para otros fines, como depósitos temporarios para bienes (ver el punto 8), o hasta se pueden convertir en viviendas, aportando a reducir el consumo energético del rubro de la construcción en general. En el caso que se puedan liberar terrenos al aire libre, pueden ser “devueltos” a la naturaleza, por ejemplo a través de la creación de reservas naturales.

3. No hay necesidad de crecer

En la economía de mercado, las empresas típicamente deben crecer para atraer inversiones y ser exitosas. Esta presión no existe para los proyectos colaborativos.

Las sociedades comerciales necesitan crecer para sobrevivir. Para que alguien invierta en acciones de una empresa, es clave la expectativa de un return on investment, es decir una ganancia financiera cuando la cotización de estas acciones aumenta. También las tasas de interés de los préstamos presionan a las compañías de aspirar a ingresos cada vez mayores. Esta tendencia al crecimiento inherente al capitalismo resulta frecuentemente en un consumo de energía y de materias primas que tiende a aumentar constantemente.

La producción colaborativa no requiere de este tipo de crecimiento por crecer. Los proyectos pueden aspirar a una mejor satisfacción de necesidades, por ejemplo para abastecer a más personas, incrementar la calidad o abarcar más pasos de la cadena de suministro a través del commoning. Pero no existe una presión específica para este tipo de crecimiento. Además: si los proyectos colaborativos son capaces de acaparar una porción significativa de un mercado dónde antes predominaban empresas capitalistas, es probable que el consumo de energía se reduzca en el mediano y largo plazo. Simplemente porque se harán notar muchas de los puntos que presentamos en este artículo.

4. Eliminación de desarrollos paralelos innecesarios

Los proyectos colaborativos que usan tecnologías abiertas pueden ahorrar recursos para la investigación y el desarrollo que solo son necesarios por razones legales.

Nuevamente este punto se enfoca en la cooperación y colaboración: Los proyectos colaborativos pueden compartir tecnologías, por ejemplo a través de licencias libres. No es necesario proteger desarrollos nuevos, porque no es necesario superar a la competencia. También las experiencias y las mejores prácticas pueden publicarse. De esta manera varias de las tareas de desarrollo muchas veces solamente son necesarias una sola vez para cada tecnología involucrada.

El capitalismo, en cambio, incentiva desarrollos paralelos porque en muchos casos las tecnologías propias son elementos clave para obtener ventajas para sobrevivir en la lucha contra competidores. Esto puede resultar en consumos significativos de energía, pensemos en las oficinas para los desarrolladores y en la laboriosa creación de prototipos.

5. Tendencia a pensar en plazos largos

Los proyectos colaborativos en muchos casos se planifican para el largo plazo. Esto disminuye el consumo de recursos.

Los seres humanos fundan proyectos colaborativos para satisfacer sus necesidades. Justamente las necesidades básicas no varían mucho a lo largo de nuestra vida: tenemos que comer, necesitamos una vivienda digna y servicios y bienes de salud e higiene. Por eso los proyectos frecuentemente están interesados a poder sostener su actividad por mucho tiempo.

En muchos casos además tiene sentido crear productos con larga vida útil, para poder satisfacer las necesidades por más tiempo. Esto contribuye a un menor consumo de recursos para nuevos ejemplares de los bienes.

En cambio, el capitalismo no aspira directamente a satisfacer necesidades, sino que su finalidad es la renta financiera. También para proyectos comerciales pueden existir ventajas si se orientan en el largo plazo, pero mientras que exista una ganancia que justifique una inversión, el tiempo que dure el emprendimiento no es tan importante. El volumen de ventas suele ser crucial para los ingresos de las empresas. Esto crea incentivos para productos con corta vida útil: esto a corto plazo puede incrementar los ingresos, pero también aumenta el consumo de recursos. En el commoning, en cambio no hay incentivos para la obsolescencia programada y fenómenos similares.

6. La sustentabilidad ayuda a prevenir escenarios negativos, también desde la perspectiva de la teoría de juegos.

Según la estrategia minimax, es racional usar un modelo sostenible en proyectos de commoning para sostenerlos a largo plazo.

Con la ayuda de la teoría de juegos, que frecuentemente se usa en ciencias económicas para evaluar decisiones empresariales y políticas, podemos justificar un enfoque sustentable: Si se aspira a garantizar un éxito a largo plazo, el proyecto debe ser amigable con el medio ambiente.

Cuando un proyecto actúa de manera no sustentable, pueden aparecer diversos eventos y efectos negativos. Estos pueden erosionar las ventajas del commoning hasta poner en peligro la producción. En rubros como la agricultura, cuya producción directamente depende de fenómenos naturales como el clima, una producción que no respeta el medio ambiente puede hacer disminuir el rendimiento. Otro ejemplo es la estructura de costos: cuánto más recursos costosos consumamos, mayor es el peligro que el proyecto sufra problemas de financiación. A esto se suman potenciales problemas judiciales y para la imagen den proyecto. Un proyecto no sustentable podría por ejemplo ser amenazado por prohibiciones estatales, pero también por boicots y el éxodo de colaboradores.

La teoría de juegos, aplicada a organizaciones o proyectos, evalúa jugadas, en este caso decisiones de gestión, por su resultado positivo o negativo para el proyecto. La estrategia minimax aspira a llegar al mejor puntaje aún considerando resultados adversos. Con sustentabilidad se previenen escenario del tipo peor de los casos (worst case, en inglés) como los que hemos visto en el párrafo anterior.

De este modo, la estrategia minimax, en casi todos los casos, nos concede un mejor puntaje si las actividades del proyecto son amigables con el medio ambiente. Esta estrategia cautelosa y preventiva que usa por ejemplo el software de ajedrez, es la más aconsejable si la meta es satisfacer necesidades básicas a largo plazo. Por eso podemos decir que según esta estrategia un enfoque sustentable es racional tanto para el proyecto como para sus participantes y beneficiarios.

En el caso de las empresas capitalistas, la estrategia más racional no es tan clara, porque la meta no es garantizar la satisfacción de necesidades a largo plazo, sino la ganancia. En muchos casos, estrategias cortoplacistas o más arriesgadas pueden llevar a un mayor puntaje porque atraen más inversiones o generan mayores ingresos.

7. Los recursos naturales son difíciles de “commonizar”

Las materias primas y las energías fósiles causan costos corrientes que dificultan la organización de proyectos colaborativos. El uso de energías renovables y recursos reciclados o localmente abundantes es más fácil de organizar.

Las materias primas, incluyendo los combustibles fósiles, a menudo deben ser adquiridos en el mercado. De esta manera continuamente se generan costos corrientes que obligan a los proyectos a generar ingresos. Esta dependencia dificulta la organización de proyectos colaborativos, porque prácticamente los obliga a vender productos o servicios (lo cual supone una vuelta a la lógica del mercado) o pedir contribuciones financieras a los participantes.

Si los proyectos exclusivamente usan energías renovables de producción propia, la estructura de costos es diferente y más amigable con los proyectos de commoning: Luego de una inversión considerable en un molino eólico o módulos fotovoltaicos la energía queda disponible durante décadas. Hay que considerar los costos para repuestos y la vida útil de la instalación, pero los costos corrientes son considerablemente menores a partir del momento cuando la inversión se ha amortizado. Si se usa la energía de manera flexible (ver próximo punto), es posible que esto ocurra después de menos de un año.

Algo similar ocurre con el consumo de materias primas. Los proyectos que usan recursos que abundan localmente, por ejemplo recursos agrícolas o materiales reciclados, obtienen una estructura de costos mucho más favorable. Aún si hay alguna y otra deficiencia menor en cuanto a las características de los materiales, en proyectos de commoning su uso puede seguir siendo más ventajoso porque se prescinde de la dependencia de ingresos. El uso de estos recursos es casi siempre más sustentable que el de materiales raros o costosos que provienen de la industria extractiva; esta frecuentemente es dañina para el medio ambiente y el clima.

8. Uso flexible de las energías renovables

Los proyectos colaborativos pueden usar energía solar y eólica de manera más flexible y aprovechar períodos de abundancia de electricidad.

En muchas partes del mundo, la energía solar y la eólica son las fuentes de energías renovables más económicas y más fáciles de usar. Sin embargo, se caracterizan por variaciones en su disponibilidad. Para operar una fábrica o cualquier instalación productiva con un 100 por ciento de uso de energía renovable, muchas veces hay que elegir entre opciones principales: el costoso uso de tecnologías de almacenamiento (como baterías) o un consumo flexible, operando la instalación solamente cuando hay suficiente disponibilidad.

En el capitalismo la interrupción de la producción habitualmente causa pérdidas, lo cual dificulta el uso flexible de energía. Una razón principal es que la competitividad debe maximizarse siempre cuando sea posible para no perder mercado a la competencia. Aún pausar la producción en fases con muy poco sol y viento (un problema sobre todo en invierno en regiones con clima templado o polar) solo es posible si existe una recompensa (pagada por el Estado o la distribuidora de energía). Las empresas menos flexibles son las que emplean el método Justo a tiempo o JIT (just in time), conocido por su introducción por parte de Toyota en Japón. Este modelo ampliamente usado en la industria reduce el almacenamiento de productos y materiales en depósitos al mínimo, pero las empresas necesitan poder cumplir estrictamente con cantidades y plazos para no causar problemas de coordinación en la cadena de suministro.

Proyectos colaborativos con financiación sólida tienen mucho menos presión por parte de la competencia y no es necesario maximizar la eficiencia de manera tan extrema con métodos como el JIT. Obviamente también los proyectos que suministran bienes unos a otros tienen que coordinar entre ellos. Pero en general no es problemático usar depósitos para poder producir más cantidad de bienes cuando convenga y almacenarlos para tener disponibilidad en fases con poco viento y sol. A esta mayor flexibilidad contribuyen varias características del commoning: las unidades de producción son habitualmente más pequeñas que en el capitalismo, y debido a la longevidad de los productos (ver punto 5) no son tan grandes las cantidades que se necesitan producir para un cierto nivel de vida, reduciendo las superficies necesarios para depósitos. Y finalmente, los proyectos tienen autonomía para decidir (por consenso con los beneficiarios) medidas menos convencionales, como ralentizar o pausar el suministro de algunos bienes no tan críticos para las necesidades básicas durante épocas de menor disponibilidad de energías renovables.

Por todas estas razones los proyectos colaborativos en general son más flexibles para ajustar la producción a la disponibilidad de energía. Si bien no será posible prescindir de almacenamiento de energía por completo, se puede reducir significativamente.

9. Decisión activa

La participación en iniciativas colaborativas permite decidirse explícitamente por un modelo sustentable, debido a su estructura democrática.

En el capitalismo, las personas que consumen los bienes solo pueden tomar decisiones respecto a la sustentabilidad de los productos con efecto indirecto. Por ejemplo pueden seleccionar marcas y boicotear otras, lo cual no es fácil debido a la complejidad de las cadenas de suministro que habría que investigar. Las certificaciones pueden ayudar un poco pero no evitan que la decisión sigue siendo indirecta, puede haber información incorrecta, y si no hay productoras sustentables nada se puede hacer. La única posibilidad de realmente controlar este aspecto es fundando una empresa o cooperativa, pero esto es costoso y complejo. Y ni siquiera garantiza la continuidad del modelo ecológico para siempre, porque si cambian los inversionistas, éstos pueden decidir cambiar los “valores” de la empresa.

Los proyectos colaborativos, en cambio, habitualmente le otorgan voz y voto a las personas que participan, no solo a las que invierten. Ya en la actualidad es posible participar de proyectos de agricultura y horticultura solidaria que proveen asambleas y espacios de discusión para tomar las decisiones más importantes. Además, en general las cadenas de suministro son transparentes. Así aún los que no quieren participar activamente en las discusiones pueden elegir los proyectos que más se acercan a su idea de sustentabilidad.

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About Daniel Barón de Oca

Autor & investigador en Bienes Comunes e Incentivos.

Comahue, Argentina https://deoca.org