Commons & Incentivos & Neutralidad climática

Finanzas Commons

Los proyectos colaborativos y CSX, como las granjas de agricultura solidarias (CSA, siglas del término inglés community supported agriculture), se enfrentan a un problema a la hora de financiar los gastos fijos y corrientes: la mayoría de los modelos habituales hoy en día para recaudar fondos para proyectos productivos conducen a una obligación de obtener ingresos. El principio de que toda persona que invierte debe recuperar su dinero provoca que los proyectos enfrenten gastos en el futuro para reembolsar la inversión, incluso si no se conceden intereses ni beneficios similares. Esto contradice el objetivo de dejar de usar el dinero y retirar recursos de la economía de mercado, ya que es necesario vender productos durante un periodo prolongado para generar ingresos con los que hacer frente a estos vencimientos.

Actualmente predominan tres modelos: préstamos/créditos, donaciones (o subsidios estatales, que tienen ventajas y desventajas similares) y subastas solidarias. Los préstamos también se pueden utilizar para gastos fijos más elevados, como la construcción de inmuebles o la adquisición de maquinaria agrícola, pero tienen el problema mencionado anteriormente: obligan a los proyectos a obtener ingresos. Las donaciones serían ideales, pero tienen un potencial relativamente bajo, ya que la ventaja para la persona donante recién se nota a muy largo plazo.

Las subastas solidarias, utilizado sobre todo en proyectos europeos, son lo más parecido al modelo ideal hasta ahora: los participantes financian conjuntamente los gastos de un período determinado con una subasta en la cual cada participante anuncia anónimamente su contribución. Se podrían describir como una especie de préstamos a corto plazo en los que el pago se realiza en especie.

Sin embargo, este modelo no es muy adecuado para gastos fijos elevados. Por lo general, solo los participantes adinerados tienen la posibilidad de gastar más dinero de lo que obtienen inmediatamente a cambio (por ejemplo, una caja de hortalizas mensual). Esto excluye de la participación del financiamiento a personas con pocos recursos económicos. De este modo, la financiación de gastos más elevados con una subasta solidaria sería más comparable a la situación en la que los participantes adinerados financian los costos mediante donaciones.

Objetivo de los instrumentos financieros Commons

Por lo tanto, un modelo de financiación realmente eficaz para CSX y proyectos colaborativos debería alcanzar los siguientes objetivos:

  • No obligar a los proyectos a generar ingresos en el futuro.
  • Ser convenientes para el ahorro para cualquier persona interesada, también los de bajos recursos, compitiendo con los instrumentos financieros y de ahorro convencionales, como depósitos a plazo fijo, bonos o acciones.
  • Posibilitar la financiación de costos fijos, como terrenos o infraestructuras, y no solo para gastos corrientes.
  • Generar una dinámica de crecimiento comparable a la de las sociedades de capital (acciones) tras una oferta pública inicial.

Para que el segundo punto funcione, al igual que en el capitalismo, se parte de la idea que el progreso técnico y las mejoras en la eficiencia permitirán ofrecer en el futuro ventajas comparables a los intereses o los dividendos.

Modelo básico

  • Las personas y grupos inversores pueden adquirir por adelantado productos que el proyecto fabrica u ofrecerá en el futuro, de forma similar a algunos modelos de financiamiento colectivo o de contratos a futuro.
  • Los inversores obtienen una ventaja o bonificación, es decir en total reciben más bienes que los que obtendrían con la compra directa de los productos. Cuanto más se posponga el «reembolso» en el futuro, mayores pueden ser estas bonificaciones. La bonificación puede concederse durante el plazo o al final del mismo.
  • Las bonificaciones se conceden en forma de beneficios en especie, es decir, en forma de productos o servicios adicionales que el proyecto ofrece. Esto evita la obligación de obtener ingresos mediante la venta de productos.

La inversión para comprar estos instrumentos puede realizarse tanto con pagos de dinero como con prestaciones laborales y la concesión de otros recursos (como terrenos o materiales de construcción). Esto depende de la demanda de trabajo y recursos de cada proyecto.

Variantes

Existen numerosas posibles variantes de estos instrumentos financieros, que pueden inspirarse en los instrumentos financieros y derivados convencionales. Todos ellos tienen en común que ofrecen una ventaja individual concedida en especie y que no generan una obligación de ingresos monetarios para los proyectos. A continuación se presentan algunas variantes, ordenadas aproximadamente según la complejidad de la planificación necesaria para su puesta en práctica.

Modelo 1: Dividendos Commons

En el modelo de los dividendos Commons, la ventaja para los inversionistas está directamente vinculada a la producción y productividad del proyecto en un período determinado (por ejemplo, un año). Es decir, la bonificación se deriva de la cantidad de bienes producidos o servicios prestados, por ejemplo, la cosecha de un proyecto agrícola.

Los inversionistas financian los productos por adelantado. Hasta el momento en el que estos bienes se distribuyen (por lo general, varios años después del pago), el proyecto les concede la posibilidad de obtener una ganancia adicional periódica que depende de los ingresos.

El modelo se basa en los dividendos que se pagan a los inversionistas en acciones. Cada año se decide (normalmente en una reunión de los miembros del proyecto) cuál ha sido el rendimiento y, por lo tanto, cuál es la cantidad de bienes que pueden ser distribuidos como bonificación. Al igual que en el caso de las acciones con dividendos, también se puede decidir no pagar ningún beneficio, por ejemplo, en caso de una mala cosecha en un proyecto agrícola.

El modelo es relativamente fácil de implementar para proyectos CSX y Commons y no genera riesgos adicionales, ya que no existe la obligación de «pagar» una cantidad fija de productos y, por lo tanto, no se ve afectado el suministro de los participantes que han cofinanciado una temporada, por ejemplo, a través de subastas solidarias (ver arriba). Probablemente será el modelo preferido para proyectos nuevos. Sin embargo, solo resulta atractivo para los inversionistas si realmente existe la posibilidad de obtener una bonificación. Por lo tanto, la transparencia y la seriedad del proceso de decisión en el que se fija el «dividendo» son fundamentales.

En la variante principal de este modelo, además del «dividendo», en un momento determinado el proyecto concede los productos adquiridos por adelantado, como cajas de verduras de un proyecto agrícola durante todo el año. Normalmente, este es el componente principal del «reembolso», no el dividendo. Tras este pago, las obligaciones del proyecto suelen extinguirse. En el modelo 4 se presenta otra variante de este modelo de dividendos.

Modelo 2: crédito en especie con bonificación fija

En el crédito en especie, al igual que en el primer modelo, se adquiere por adelantado una determinada cantidad de productos. La bonificación también se concede regularmente hasta el momento de la entrega de estos productos, pero es fija y no depende del rendimiento.

Por lo tanto, la bonificación se fija de antemano de forma vinculante. Puede tratarse de una cantidad determinada de productos o (lo que se ajusta mejor al objetivo de proyectos solidarios) de un porcentaje fijo de la producción anual.

Un ejemplo sería un proyecto agrícola CSA que, a las personas que financian su cuota de una temporada completa con cinco años de antelación, les otorga el derecho a recibir cada año durante esos cinco años una de las cajas de verduras que se distribuyen mensualmente a los miembros. En el quinto año, recibirían las doce cajas de la temporada completa.

Con este modelo, se puede ofrecer a los inversionistas una ventaja comparable al interés o al menos predecible, lo que le permite competir con los depósitos a plazo fijo y modelos similares. Desde el punto de vista de los ahorristas, este modelo debería ser más atractivo que el del dividendo. La desventaja es el mayor esfuerzo requerido para la planificación, que corresponde aproximadamente al de un préstamo con intereses, ya que el proyecto tendrá que elaborar un pronóstico sobre los costos de producción futuros.

Modelo 3: paquetes con productos de varios proyectos

Si se ha formado un grupo de proyectos CSX en una región, estos pueden constituir una federación o una región CSX y ofrecer paquetes. De este modo, los inversionistas pueden adquirir por adelantado un conjunto de varios productos de diferentes categorías, y la bonificación consistiría en un paquete de varios productos otorgado periódicamente.

Esto puede resultar muy atractivo para los inversionistas, ya que obtienen acceso a un suministro con variedad de productos más amplia y no tienen que preocuparse en seleccionar proyectos individuales.

Es necesario regular qué ocurre si uno de los proyectos cierra o fracasa. Se podría designar proyectos de respaldo, que se hacen cargo de la infraestructura del proyecto fallado y también de las prestaciones pendientes para sus inversionistas, o el riesgo podría recaer en la persona que invierte.

Hay varias variantes posibles, por ejemplo, la bonificación podría depender de los ingresos, como en el caso del dividendo Commons (modelo 1), o podría fijarse de manera vinculante como en el caso del crédito en especie (modelo 2), con las ventajas y desventajas respectivas de estos modelos.

Modelo 4: Dividendo Commons permanente

En el caso del dividendo Commons permanente o perpetuo, el pago por adelantado de los productos da derecho a un dividendo en especie, como en el modelo 1, pero este derecho no finaliza con la entrega de los productos adquiridos por adelantado. En su lugar, el derecho se mantiene durante un período de tiempo más largo (por ejemplo, 10 años) o de por vida.

La ventaja para el proyecto es que, a diferencia del modelo 1, en ningún momento hay que afrontar un «reembolso» que no esté vinculado a la productividad. Sin embargo, la proporción exacta para distribuir los productos puede ser un desafío: si el modelo se utiliza para la financiación durante un periodo prolongado y se amplía continuamente el círculo de inversores, las «personas beneficiarias de dividendos perpetuos» tendrán derecho en algún momento a una parte considerable de la producción total del proyecto. Esto puede generar una presión de crecimiento para el proyecto o la necesidad de limitar el número de inversores.

Modelo 5: Previsión para la vejez: «pensión Commons»

El modelo más exigente para la planificación del proyecto, pero quizás el más prometedor a largo plazo, es una previsión para la vejez o pensión Commons. Pagos o prestaciones laborales a lo largo de varios años dan derecho a una prestación de bienes y servicios por parte de uno o varios proyectos a partir de una determinada edad.

En principio, se trata de una combinación de los modelos 2, 4, e idealmente también del modelo 3: la prestación está fijada y se mantiene de por vida a partir de una determinada edad. Este instrumento financiero es mucho más atractivo si lo emite una federación de proyectos, es decir, si incluye productos de varias categorías, como vivienda, alimentos y productos de higiene. En ese caso, puede convertirse en un verdadero complemento a la pensión o jubilación regular. Para las personas subempleadas que solo realizaron pocos aportes jubilatorios en el capitalismo, por ejemplo las que quedaron atrapadas en miniempleos, puede resultar muy interesante, especialmente si los proyectos aceptan trabajo en lugar del dinero como aporte para adquirir una pensión Commons.

Dado que la complejidad para organizar este modelo es considerable, probablemente sea conveniente para el movimiento CSX/Commoning adquirir primero experiencias con una prestaciones vitalicias basada en el modelo de los dividendos Commons permanentes (modelo 4), por ejemplo, con verduras de proyectos de horticultura. Una vez que se conozcan mejor los riesgos fundamentales del modelo y existan estrategias para su prevención, y existan federaciones de proyectos consolidadas, el modelo podrá comenzarse a implementar.

Entre los riesgos se encuentra el hecho de que, a diferencia de los dividendos Commons, el suministro no debe fallar en la medida de lo posible para constituir realmente una previsión para la vejez. Así, por ejemplo, en la agricultura debe crearse una solución de respaldo para las malas cosechas, siendo probablemente también necesaria la cooperación suprarregional debido a posibles fenómenos climáticos extremos catastróficos. Por lo tanto, este modelo solo es realista cuando el modelo de producción colaborativa y CSX se encuentre ya en una fase de desarrollo relativamente avanzada. Sin embargo, tiene el potencial de financiar proyectos más grandes y, por lo tanto, permitir economías de escala y puede provocar una dinámica de crecimiento que supera a los otros modelos.

Realización técnica

¿Cómo se podrían implementar técnicamente los instrumentos financieros Commons?

Un modelo sencillo sería la emisión de recibos en papel. Sin embargo, estos suponen un cierto esfuerzo en cuanto a la administración y la seguridad contra falsificaciones. Además, esta opción implica un inconveniente adicional para los inversionistas, ya que deben recoger el recibo o pagar gastos de envío. Y la difusión de los instrumentos financieros a través de los medios de comunicación en Internet resultaría más difícil, ya que no se podrá comprar el instrumento con un simple clic.

Mucho más prometedora sería una implementación digital. Aquí hay dos modelos, ambos con sus propias ventajas y desventajas.

Los proyectos pueden crear un área en sus sitios web para la compra de instrumentos financieros Commons. Esto implica un esfuerzo comparable al de una tienda en línea y también podría realizarse con un software de eCommerce. La ventaja es un proceso de compra rápido y eficiente. La desventaja: la seguridad del sitio web es responsabilidad del proyecto.

El segundo modelo es el uso de plataformas blockchain públicas con el llamado modelo propiedad inteligente (Smart Property en inglés). Se genera un token en una cadena de bloques como Ethereum o Solana, que representa un instrumento financiero Commons. Estos tokens pueden adquirirse a través de mecanismos nativos de las cadena de bloques, por ejemplo, en bolsas descentralizadas, o bien en sitios web. Técnicamente, son similares a los NFT, que desempeñan un papel importante en los videojuegos, por ejemplo.

La gran ventaja es que la cadena de bloques garantiza la seguridad. La desventaja es que se aplican comisiones para las transacciones y, por ende, también por la compra de tokens. Sin embargo, estas son muy bajas (menores a un centavo de dólar) en algunas cadenas de bloques. Además, esta variante también ofrece la posibilidad de transferir fácilmente los tokens que representan a instrumentos financieros Commons entre diferentes personas.

Las cadenas de bloques públicas tienen una desventaja a largo plazo que no debe pasarse por alto: su seguridad depende de una monetización, es decir, de que siga existiendo el dinero y el valor capitalista. Si el modelo de la producción colaborativa entrara en competencia seria con el capitalismo, muchas cadenas de bloques podrían colapsar. Sin embargo, pueden ser una solución transitoria para las próximas décadas, hasta que existan organizaciones de commoning sólidas que puedan crear su propia infraestructura para la adquisición y el comercio de instrumentos financieros Commons.

En el caso de una implementación digital, la adquisición de los productos financieros con prestaciones de trabajo y otros bienes en especie, como se ha descrito anteriormente, puede realizarse mediante vales con códigos QR, que se recogen en el proyecto, por ejemplo, el primer día de trabajo, y luego se pueden canjear electrónicamente por instrumentos financieros.

Otros retos

El pronóstico anticipado de los costos del proyecto, del cual depende el cálculo de los precios de los productos financieros Commons, puede ser compleja. Por ejemplo, si un proyecto agrícola CSA quiere emitir instrumentos financieros con un plazo de 5 años, pero se espera una alta inflación, esto puede significar que los precios de los productos adquiridos con cinco años de antelación deban fijarse por encima del precio de mercado de estos bienes en el momento de la inversión. Sin embargo, este problema también se da en las opciones de financiación convencionales, como los créditos.

Los mecanismos existentes de financiamiento de gastos corrientes, como las subastas solidarias, deben coordinarse con los instrumentos financieros Commons descritos aquí para garantizar que el suministro siga siendo justo para todos los participantes. Por ejemplo, es posible reservar una cuota fija de productos para cada uno de los dos grupos de inversionistas.

Como el modelo contribuye a superar la lógica del intercambio

Las Finanzas Commons siguen arraigados en la lógica del intercambio: el acto de dar está vinculado al acto de recibir, es decir el consumo de bienes o servicios de los proyectos depende de una prestación financiera, laboral o de otro recurso. Sin embargo, la idea es clara: que el financiamiento no obstaculice la creación y la multiplicación de recursos comunes (commons) que ya no obedecen a esta lógica de intercambio y que pueden utilizarse libremente. Como se ha comentado anteriormente, la ventaja más importante es la eliminación de la presión por obtener ingresos. Además se evita la obligación para crecer más allá de lo razonable para satisfacer necesidades, un problema que muchas veces obstaculiza la sustentabilidad de empresas capitalistas.

Los instrumentos financieros Commons ofrecen a los proyectos la posibilidad de elegir (casi) libremente su estructura y su funcionamiento, de manera que la profundización del commoning puede pasar a primer plano y, a partir de un momento determinado, ya no será necesario vender productos. Esto tiene ventajas sobre todo cuando se trata de proyectos que comparten recursos de conocimiento y, más adelante, de infraestructura con otros proyectos y de esta manera fomentan el crecimiento de un ecosistema de bienes comunes.

Las ventajas del modelo saltan a la vista si comparamos el modelo con empresas de hardware abierto, es decir empresas que comparten su tecnología a través de licencias similares a las del software libre, que han sido financiadas con crédito o con mecanismos de las sociedades de capitales (acciones, capital de riesgo etc.). Éstas enfrentarán muchos obstáculos para realmente dedicarse a la producción colaborativa en el futuro, ya que los inversionistas esperarán ganancias financieras. Si se financian exclusivamente con préstamos, es posible quizá una lenta conversión hacia un modelo solidario de commoning después de pagar los vencimientos más intereses, pero este proceso puede tardar muchos años. Peor es el modelo de las sociedades de capitales, que a simple vista parece más prometedor para generar una dinámica de crecimiento, pero se puede convertir en un obstáculo perpetuo: los tenedores de acciones o capital siempre demandarán una maximización de las ganancias para que el valor de sus participaciones o acciones no se desplome.

Los instrumentos financieros Commons pueden proveer una dinámica de crecimiento similar. La persona que invierte aumenta su satisfacción de necesidades en el futuro gracias a su acceso a los beneficios en especie. Pero a comparación del financiamiento tradicional, no solo no importa si el proyecto obtiene ganancia financiera o no, sino que tampoco importa el precio de mercado de los bienes producidos por el proyecto que emite los instrumentos financieros. Las personas que invierten tienen como fin la satisfacción de sus necesidades, no una ganancia abstracta. Y las tendrán siempre y cuando el proyecto cumpla con su objetivo de producir los bienes, es decir siempre que logre funcionar normalmente.

Para aclarar más este punto demos un ejemplo extremo: Si una federación de proyectos colaborativos logra satisfacer ciertas necesidades básicas de manera completamente gratuita luego de haber integrado varios productos de primera necesidad a su portfolio y avanzado en propagar el modelo Commons en todas sus cadenas de suministro, esto llevaría el precio de los productos a cero. Sin embargo, una persona que invirtió en un instrumento financiero de esta federación ha cumplido su objetivo, ya que sus necesidades serán satisfechas.

Las Finanzas Commons otorgan libertad a los proyectos aún para elegir modelos que retiran completamente los recursos administrados del mercado. El proyecto Mietshäuser Syndikat de Alemania ha logrado una estructura legal que blinda legalmente esta secesión del capitalismo y evita la re-privatización de recursos que una vez se han commonizado, es decir convertido en bienes comunitarios. Los proyectos también pueden reservar fondos para la investigación y el desarrollo, para contribuir a la acumulación de recursos de conocimiento e infraestructura que puedan ser utilizados por otros proyectos. Y finalmente pueden definir que una parte de los recursos sean reservados solidariamente para personas que no pueden participar con trabajo, por ejemplo por una discapacidad.

Todos estos objetivos, tan deseables para la propagación del modelo del commoning, serían muy complicados de perseguir con un proyecto que tenga que vender productos para autosustentarse o, aún peor, para generar ganancias financieras. Por ende, el concepto de las Finanzas Commons une dos ventajas: libertad para profundizar el modelo inclusivo del commoning por un lado, y por el otro, una dinámica de crecimiento suficiente para lograr efectos de escala.