El Fin de la Pobreza

La pobreza sigue afectando a miles de millones de personas en todo el mundo. ¿Podremos erradicarla con conceptos colaborativos como el commoning?
En 2024 más de una octava parte de la población mundial, unos mil cien millones de personas, vivían en condiciones de pobreza significativa de acuerdo al Índice Multidimensional de la Pobreza elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Y esto solo es la punta del iceberg, ya que gran parte de los estratos bajos aún en países desarrollados padecen problemas de acceso a los bienes y servicios necesarios para una vida digna, como vivienda, saneamiento y servicios básicos.
¿Estado o mercado? ¿O algo totalmente diferente?
En la actualidad, conviven dos enfoques principales para combatir la pobreza. Uno se concentra en la ayuda estatal, con los estados de bienestar que prevalecen principalmente en Europa como modelo a seguir, es decir un Estado activo que asegura al menos un mínimo nivel de vida digno. El otro gran enfoque se ha utilizado para justificar políticas pro-mercado y se basa en el modelo del derrame, el cual sostiene que el crecimiento económico llevaría a una mejora de los salarios y a un descenso de la desocupación, mitigando el problema de la pobreza.
En algunos pocos casos estos enfoques han funcionado, como en el caso de China, país que combinó ambos métodos: una apertura pro-mercado y una fuerte presencia estatal. Pero en gran parte del mundo los avances han sido mucho más lentos, particularmente en partes de África y Latinoamérica. Y aún en China la pobreza sigue siendo un gran problema en las zonas rurales, alejadas de las desarrolladas ciudades costeras.
Quizá sea el momento de probar un concepto novedoso: reducir la pobreza con conceptos basados en la producción colaborativa, también conocida bajo el término inglés, commoning. Este modo de organizar actividades económicas no es nuevo: en muchos países el capitalismo convive con formas tradicionales de compartir recursos, como las tierras de pastoreo usadas por grandes grupos de ganaderos tradicionales en culturas que practican la trashumancia. La idea sería no solamente fortalecer estos mecanismos ancestrales, sino combinarlos con enfoques modernos para asegurar un abastecimiento de bienes y servicios de consumo masivo, basándonos en experiencias exitosas de todo el planeta. Entre ellas, podemos mencionar la agricultura solidaria, un modelo muy popular en Japón y Estados Unidos que se expandió rápidamente en Europa luego del cambio de milenio. Pero también para mejorar el acceso a la vivienda se han desarrollado modelos interesantes.
¿Cuales son las mayores deficiencias que se podrían aliviar a través de procesos colaborativos? En la tabla del Índice de Pobreza Multidimensional del PNUD se usan las siguientes variables: Nutrición, Educación (medida en años de escolaridad y el porcentaje de escolarización), mortalidad infantil, combustible para cocinar, vivienda, saneamiento, agua potable y acceso a equipamiento básico (“assets”). Si bien todas ellas pueden beneficiarse del commoning, las problemáticas relacionadas a la educación y la salud son complejas y dependen de otras variables. Un ejemplo: la asistencia a las escuelas en muchas regiones se encuentra frenada cuando las familias requieren que sus hijos participen del trabajo en la empresa familiar, como ocurre en muchas granjas rurales de África y del sur de Asia. Y la salud es un sector con cadenas de suministro muy complejas y una dependencia de un gran número de productos diferentes, de medicamentos hasta avanzados aparatos tecnológicos, indispensables para la medicina moderna.
Por eso este texto se enfocará en los problemas que se pueden solucionar con conceptos concretos de producción de ciertos bienes. En particular, los sectores de vivienda, saneamiento y alimentación parecen prometedores: proyectos productivos relativamente sencillos podrían tener un enorme impacto.
El concepto básico: Commoning para todos
La solución propuesta acá parte de un simple modelo básico: Siempre que haya una necesidad básica insatisfecha en una región, se crea una infraestructura de producción colaborativa para satisfacerla localmente: al costo y con fácil accesibilidad por parte de las potenciales personas beneficiarias.
La idea es que las personas puedan unirse para fundar un proyecto local que satisfaga la necesidad, con la mínima cantidad de obstáculos posible. Para que esto sea posible, se prepara una caja de herramientas organizativas y tecnológicas y una hoja de ruta probada y confiable, adaptada al contexto local. Las personas beneficiarias pueden participar activamente de las tareas o del financiamiento y de la gestión, dependiendo del nivel económico de cada participante. Un ejemplo: si en una región existe un problema de hambre y desnutrición, la solución entonces sería una secuencia de pasos que pueden seguir las comunidades afectadas (con o sin ayuda externa) para fundar granjas comunitarias que abastezcan la región con los alimentos que hacen falta.
Hoy en día cuando ocurre un problema de abastecimiento de bienes que satisfacen necesidades básicas que crean pobreza en una región, en muchos casos el problema de fondo tiene dos causas principales: por un lado, el recurso necesitado no se produce localmente o regionalmente en cantidades suficientes, y por otro lado, la población local cuenta con escasos recursos económicos, por ejemplo por desocupación/subocupación o salarios regionales muy bajos. Se produce así una dependencia de bienes de consumo masivo producidos en otras regiones o países, demasiado caros para poder ser adquiridos por la población local.
Una solución “capitalista” al problema podría ser que empresas locales se hagan cargo de la producción del bien escaso en la misma región o por lo menos en el mismo país para mejorar el acceso a estos productos. Pero en muchos casos este camino se topa con dificultades: no hay empresas interesadas en crear la infraestructura porque no les alcanza con la ganancia que se puede esperar, no se consigue financiamiento de los materiales y la maquinaria, o las tierras de la región están ocupadas con plantaciones dedicadas a la exportación. La no disponibilidad de tierras suele ser un problema menor: en el caso de alimentos, hay países como la India y China que son capaces de autoabastecerse con la mayoría de los alimentos de consumo masivo, a pesar de una densidad poblacional muy alta. Por todas estas dificultades, los Estados muchas veces intentan solucionar el problema repartiendo alimentos comprados en otras regiones o incluso importados de otros países, lo cual profundiza el problema de la dependencia de la región de otras aún para bienes básicos.
Si hubiera un camino seguro, probado, con financiamiento relativamente fácil de conseguir, para crear las infraestructuras de producción, la tarea se simplificaría bastante. Se necesitaría algo de tiempo para instaurar todos los procesos productivos para las cadenas de suministro, pero posiblemente un período de entre 5 y 10 años puede ser suficiente para aliviar aún deficiencias muy pronunciadas de necesidades básicas.
Estas infraestructuras contarían idealmente con cualidades que minimizan los costos variables que tienen que afrontar los proyectos y por ende reducen o idealmente eliminan la necesidad de los proyectos de contar con ingresos financieros continuos. Esto significa que a medida que avance el modelo, una cada vez mayor parte de la producción no necesita venderse o re-financiarse sino que puede abastecer directamente a las comunidades locales que participan de estos proyectos.
Estas características son:
- Uso de materias primas abundantes localmente, recursos agrícolas renovables y materiales reciclados, tanto para construir la infraestructura como para las materias primas para los productos. La compra de materiales puede causar altos costos iniciales, por lo cual es importante prescindir en lo posible de materias primas muy escasas, sobre todo las que hay que importar.
- Tecnología abierta. Las técnicas y los aparatos que componen las infraestructuras de proyectos existentes pueden ser copiadas por nuevos proyectos, sin necesidad de pagar patentes o licencias a empresas. Para tal fin se publican todos los planos, croquis, manuales y otros recursos bajo licencias libres, como lo hace ya en la actualidad el movimiento del hardware abierto.
- Usar energías renovables. Es beneficioso para proyectos que no tengan que preocuparse por la provisión de combustibles, y en cambio ser diseñados para usar en casi un cien por ciento energías renovables. Esto requiere algo de flexibilidad por la fluctuación del suministro eléctrico de fuentes de energía como la solar y la eólica, y lleva al desafío de diseñar la infraestructura de tal manera que pueda funcionar cuando la energía esté disponible y “pausar” la producción cuando no lo está.
- Cadenas de suministro relativamente cortas. Si la provisión de los bienes requiere muchos pasos productivos previos, es más complicado montar la infraestructura. La tecnología ideal serían ensambladoras automatizadas como las impresoras 3D, las máquinas CNC y robots industriales flexibles, que trabajan directamente con la materia prima o un material sencillo y lo transforman en el producto final. No siempre usar estas tecnologías es factible; pero también son una buena opción tecnologías más especializadas cuando sus cadenas de suministro no sean tan complejas.
- Modelos de propiedad que “perpetúan” la posesión colectiva de la infraestructura, para evitar que sea re-privatizada en algún momento. Esto en algunos casos es factible solo en un segundo paso. Antes se pueden aplicar modelos híbridos de propiedad. Un ejemplo es la colaboración de un proyecto colaborativo con granjas existentes, como en la agricultura solidaria que ya existe en muchas regiones.
- Financiamiento que no requiera ingresos financieros futuros, como un interés en especie (Finanzas Commons). Se pre-financian los costos fijos y variables con pre-ventas de productos. Con el tiempo, el objetivo es bajar los costos variables, para disminuir la ya mencionada dependencia de ventas.
- Intercambio de bienes por trabajo. Esto es importante sobre todo en regiones con grandes desigualdades o con pobreza que afecta a gran parte de la población. En vez de participar del financiamiento, las personas beneficiarias participan de las tareas productivas, y no cobran un sueldo sino que reciben abastecimiento de los bienes. Se podría decir que cobran un sueldo en especie, pero la idea es que esto sea cada vez menos necesario.
- Un fondo solidario tanto de bienes como de dinero, que por un lado posibilita el abastecimiento de personas de la comunidad local que no puedan pagar los bienes ni trabajar para adquirirlos (como personas enfermas o mayores), y para cuellos de botella como malas cosechas o catástrofes naturales.
- Documentación extensiva de los pasos a seguir para instalar la infraestructura, planes de maquinarias, y mejores prácticas para la operación y gestión. La riqueza de esta documentación al comienzo será limitada, pero crecerá con cada nuevo proyecto.
El apoyo del Estado no debería ser estrictamente necesario, aunque obviamente puede ser ventajoso que éste colabore, por ejemplo con financiamiento, tierras o capacitación.
Nutrición: Agricultura solidaria 2.0 y 3.0
Para la nutrición, uno de los modelos más interesantes a seguir puede ser la agricultura comunitaria o solidaria. Idealmente en una versión modernizada que llamaremos aquí 2.0. Y una variante aún más avanzada 3.0.
La agricultura solidaria es un modelo de producción agrícola inclusivo que consiste en que los consumidores se hacen cargo de la gestión de una granja. Esto posibilita un acceso a los productos agrícolas al costo ya que permite eliminar a la mayoría de los intermediarios. El concepto fue desarrollado primero en Japón, dónde existen proyectos llamados teikei desde mediados de los años 1960. Una década más tarde el concepto se popularizó en Europa central (sobre todo en Suiza, Francia y Alemania) y Estados Unidos. En el mundo hispano el concepto fue aplicado principalmente en la horticultura a pequeña escala (huertas comunitarias), pero también existen iniciativas a mayor escala como la cooperativa JJ Gómez en la provincia argentina de Río Negro. También la cooperativa venezolana Cecosesola usa conceptos similares.
El modelo básico: un grupo de consumidores garantiza el financiamiento de todos los costos necesarios para una temporada. A mediados que se cosechen los diferentes productos, éstos se distribuyen a los consumidores, de acuerdo a su contribución. En algunos casos esto puede ser combinado con una venta de cajas de productos como hortalizas, granos y carne a personas externas que no participan del proyecto. Las tareas laborales, en el modelo original, las realiza en general una familia de agricultores o una pequeña empresa, y el proyecto les paga por las tareas realizadas. En muchos casos las tierras quedan bajo propiedad de este grupo o son alquiladas por éste, costo que también es afrontado por el proyecto. A medida que el proyecto avance, es posible que se haga cargo de más tareas y adquiera las tierras, para aumentar la sostenibilidad y bajar costos variables.
El modelo funciona muy bien en países desarrollados, dónde fue capaz de salvar a varios pequeños establecimientos agrícolas que se encontraban en peligro de cerrar o ser adquiridos por grandes terratenientes, y se encuentra en un sostenido crecimiento. Sin embargo, para usarlo para terminar con la pobreza en el Sur Global, hay algunos cambios necesarios: no mucha gente pobre cuenta con la capacidad de financiar las operaciones de la granja, mucho menos por adelantado.
Llamaríamos a esta variante la versión 2.0. Se intenta de bajar los costos financieros variables al mínimo. Las mismas personas beneficiarias del proyecto afrontan la mayoría de las tareas. Otra de las estrategias es usar energías renovables dónde sea posible, materiales locales y abundantes para todos los pasos de producción. A menudo al comienzo por razones de financiamiento solo es posible un modelo low tech con poca maquinaria y mucho trabajo manual. Pero el nivel de tecnología se puede aumentar gradualmente. Otro aspecto importante: en muchos países pobres existe un gran número de granjas familiares, muchas veces en peligro de extinción por el avance de grandes terratenientes, que pueden ser convertidas en proyectos solidarios y “salvados” de esta manera.
Para realmente popularizar el modelo y masivizarlo, proponemos una tercera actualización del modelo, la versión 3.0. Consiste en que la infraestructura y maquinaria cuente con tecnología abierta de avanzada y altamente automatizada para minimizar la demanda laboral. Cuanto menos necesidad de trabajo haya, más flexibilidad existirá para una repartición solidaria de alimentos a personas que no cuentan con la capacidad de contribuir. Inicialmente el proyecto controlará que se limite el acceso “gratuito” a personas mayores, con enfermedades o discapacidades, y niños y adolescentes sin familia que los sustente. Para esta variante del concepto se necesita un desarrollo activo de tecnología. El proyecto estadounidense Open Source Ecology trabaja en maquinaria agrícola bajo licencias libres. Su portafolio de “productos” incluye varias tecnologías de automatización, pero su progreso es lento. Para hacer realidad esta variante del modelo, se necesitarán esfuerzos adicionales. Al final del artículo esbozaremos por qué esto puede ser más factible de lo que muchos piensan: porque el nuevo modo de producción podría ser competitivo con el capitalismo.
Hábitat: Vivienda al costo
El acceso a la vivienda es un problema no solamente en los países del Sur Global, tristemente famosos por los asentamientos informales (villas miseria, favelas, chabolas etc.) que se asocian con los peores percances de la pobreza urbana, como drogadicción y hacinamiento. En el Siglo XXI el asunto se ha vuelto a instalar masivamente en las ciudades grandes aún en países desarrollados, con alquileres que explotan, procesos de gentrificación que desplazan a antiguos habitantes de los centros urbanos a las periferias, y especulación inmobiliaria descontrolada.
No es que soluciones colaborativas sean algo nuevo en el sector. En muchos países, también en el Sur Global, existe un movimiento de cooperativas de vivienda. Sin embargo, con excepción de algunos pocos países como Uruguay, estas cooperativas al menos en décadas recientes no han logrado aliviar masivamente los efectos de la especulación inmobiliaria. Uno de los problemas es el escaso nivel de organización de las cooperativas, y el modelo ha sido también asociado con estafas en países como la Argentina. Existen proyectos exitosos (como la Cooperativa Horizonte en Córdoba, Argentina) que brindan viviendas económicas a cientos de miles de personas. Pero aún estos proyectos no necesariamente alivian la situación para siempre: a menudo inmuebles que fueron levantados por cooperativas después de un tiempo se re-privatizan, por ejemplo cuando los socios originales de la cooperativa se mudan a otros lugares y venden a su casa. De esta manera, paulatinamente se convierten en propiedad horizontal tradicional. El problema es que esto fomenta la especulación: las viviendas levantadas colectivamente entran en el circuito de la búsqueda de rédito económico. La expectativa de ganancia hace subir precios de venta y alquileres.
Un interesante modelo de origen alemán podría ser una de las soluciones del problema para volver a la vivienda al costo. El llamado Mietshäuser Syndikat (“sindicato de inquilinatos”) beneficia a miles de socios con un alquiler económico (sin el “adicional por especulación”) de por vida. Es una federación de proyectos de vivienda semi-independientes organizados como asociaciones civiles, con una federación central que es propietaria del 50 por ciento de cada proyecto. Esta federación tiene un objetivo principal: evitar que los inmuebles se vendan y así se re-privaticen, al contar con un poder de veto. Además ayuda con algunos aspectos de la gestión y maneja un fondo solidario para proyectos en dificultades. Este fondo sin embargo no se usa para financiar la construcción o la compra de inmuebles: de esto se hacen cargo las asociaciones, para no sobrecargar de obligaciones a la federación central.
También en este caso se podría pensar en una actualización o versión 2.0 del modelo original. El proyecto alemán original se enfoca en la adquisición de inmuebles ya existentes. Pero en los países del Sur Global existe una escasez absoluta de viviendas, o muchas de ellas son de baja calidad. Es decir, la construcción de viviendas dignas nuevas es mucho más prioritaria. También aquí se puede optar primero por un modelo low tech, fomentando formas de construcción tradicionales o viviendas prefabricadas de bajo costo. El otro aspecto que hay que adaptar es la dependencia del modelo del pago de un alquiler. Las viviendas en cambio se podrían entregar a cambio de colaboración en la gestión del proyecto y la construcción de viviendas nuevas para otras personas.
Pero lo ideal también aquí sería un modelo 3.0: crear una industria abierta y altamente automatizada de viviendas prefabricadas que use tecnologías abiertas. Estos proyectos industriales aprovisionarían a los proyectos de gestión de vivienda. Profesionalizar este sector sube la eficiencia y baja los costos. Existen algunos pocos proyectos de viviendas abiertas como WikiHouse (viviendas de madera fáciles de industrializar) y el Seed Eco Home de Open Source Ecology. También la impresión 3D de viviendas se está perfilando como una opción potencialmente interesante. Siempre que los proyectos de construcción y/o fabricación estén organizados de manera colaborativa, se puede conseguir el precio al costo.
Uno de los factores que suben los costos de las viviendas es el saneamiento. En ámbitos urbanos la construcción de redes cloacales puede ser también una tarea importante para proyectos colaborativos, los cuales pueden funcionar como extensión de los proyectos de vivienda, con participación de las personas beneficiarias de éstas. En ámbitos suburbanos marginalizados de densidad poblacional no demasiado alta, dónde hoy prevalecen letrinas, puede ser una solución el uso de baños secos modernos, que tienen características de higiene similares a los inodoros clásicos con descarga de agua y sifón, y costos sensiblemente menores.
Regiones CSX y abastecimiento universal colaborativo
Una vez que se han instalado los primeros proyectos en los rubros vivienda y alimentación, se puede ir por más. Las regiones CSX son el siguiente paso: adaptar los modelos a otros pasos productivos.
Se puede pensar en:
- Construcción. Este rubro ya se mencionó al hablar de la variante 3.0 de los proyectos de vivienda. Contar con entidades especializadas para estas tareas contribuye a la profesionalización y la eficiencia en el rubro y puede bajar su costo. Se ocuparían de la construcción de edificaciones nuevas, pero también de otras infraestructuras como caminos, puentes y espacios verdes.
- Procesamiento y elaboración de alimentos. Actividades como la los molinos de harina y otros granos pueden hacerse realidad ya poco tiempo después de la fundación de las primeras granjas solidarias ya que no requieren mucha tecnología. La cadena de procesamiento puede ser luego extendida cada vez más, hasta llegar a alimentos complejos como las hamburguesas veganas.
- Cadena de suministro para saneamiento. Como en el caso de la construcción, profesionalizar la cadena de suministros del saneamiento puede llevar a mejores resultados.
- FabLabs y Makerspaces. Talleres solidarios para la fabricación de productos, con maquinaria y herramientas como impresoras 3D y máquinas CNC. En los países desarrollados ya son bastante frecuentes. Repair Cafés son una variante enfocada en la reparación solidaria de aparatos y máquinas.
- Movilidad y transporte. Se pueden combinar conceptos del consumo compartido (la sharing economy), por ejemplo redes para compartir vehículos, con financiamiento solidario y reglas de uso inclusivas. Un grupo de proyectos solidarios bastante popular en Europa que puede ser el puntapié inicial para este tipo de infraestructuras son las redes para compartir bicicletas eléctricas de carga para el transporte de elementos pesados y disminuir la dependencia de fletes y vehículos utilitarios tradicionales.
- Energía renovable colaborativa. Ya existen varios proyectos a pequeña escala para compartir energía solar y eólica en diferentes partes del mundo. En muchas regiones afectadas por pobreza pueden aliviar la falta de aprovisionamiento de energía confiable, uno de los problemas más comunes que afecta el desarrollo de actividades.
- Salud colaborativa. La salud es uno de los rubros más difíciles y complejos para transformar al modelo CSX, por la alta especialización de las disciplinas y los costosos aparatos. Por otro lado, se puede recurrir a experiencias como la de los bomberos voluntarios para establecer estructuras similares para la actuación ante emergencias. También hay algunas experiencias en países desarrollados, como la red solidaria Samarita en Alemania, cuyas experiencias pueden ser adaptadas al contexto del Sur Global.
Una vez que estos proyectos se expandan y se interconecten entre sí, pueden ofrecer un abastecimiento colaborativo de varias necesidades básicas a la vez. El “paquete” de bienes y servicios ofrecidos puede ser expandido cada vez más. No hay límites para los productos que se pueden ofrecer (con la excepción de algunos bienes de lujo), solamente hay sectores que probablemente tarden un poco más, particularmente los que cuentan con cadenas de suministro largas y altos costos para maquinaria de producción.
Pero aún si solo una parte de los productos de consumo masivo se pueden producir de manera colaborativa en los primeros años, no hay que olvidar que todas los procesos que logran satisfacer necesidades básicas de grandes partes de la población antes “pobre” contribuyen al progreso de la transformación y crean otros beneficios. Por ejemplo, si ya no es necesario que los gobiernos financien alimentación y vivienda de los sectores pobres, pueden dedicar más recursos a estos rubros más complejos como lo es la salud y la educación pública. Y si cede la presión sobre las empresas familiares rurales y los niños ya no se requiren como mano de obra, estos pueden disfrutar de más años de educación y capacitación, creando un círculo virtuoso.
Por qué el modelo puede “levantar vuelo” de manera rápida e inesperada
Muchos se preguntarán si la idea presentada en este artículo es realmente posible de hacer realidad en el corto o mediano plazo. Los esfuerzos necesarios parecen muy grandes. Y posiblemente no será posible establecer algunas estructuras de producción en regiones muy afectadas por la pobreza sin ayuda de personas y proyectos de otras regiones.
A menudo sin embargo se olvida que casi todas las estructuras descritas en este artículo ya existen en el mundo desarrollado y algunos también en el Sur Global. Son aún nichos, pero su popularidad está creciendo. Y debido al carácter abierto de la producción colaborativa, cualquier esfuerzo hecho en una parte del mundo puede ayudar a todas las iniciativas a nivel global.
Uno de los procesos que realmente podría disparar un boom de la economía colaborativa basada en incentivos son justamente los mecanismos de incentivos. Es muy probable que una transformación de la economía – del capitalismo o socialismo a modelos colaborativos – sea beneficiosa para grandes partes de la población. Es decir, que la pregunta: ¿me conviene participar en un proyecto que use estos conceptos? cada vez más resulte en un Sí rotundo. Un ejemplo: las personas activas en la agricultura solidaria pueden ahorrar ya en la actualidad si se compara el costo de financiar una temporada de cosechas con el precio de productos de similar calidad en el mercado. Y el Mietshäuser Syndikat, como hemos ya descrito, ha logrado ofrecer alquileres muy bajos por su estructura sin intermediarios que necesitan una ganancia.
Se podría fortalecer este incentivo en una segunda fase de la transformación: cuando comience a haber más interacción entre los distintos proyectos. Hoy si bien los proyectos solidarios y CSX no operan aislados y hay múltiples contactos entre ellos, hay muy pocos casos de cadenas de suministro integradas, en gran parte limitadas a comunidades intencionales como ecoaldeas. Pero cuando haya más experiencias con la tarea de conectar las actividades para crear redes de producción, cada vez más será más fácil de fundar proyectos nuevos o ampliar proyectos existentes para incorporar más beneficiarios.
En esta fase se empezará a sentir el impacto de la tecnología abierta, que ahorra muchos costos de desarrollo e implementación de procesos tecnológicos. Cuánto más procesos productivos, conceptos para máquinas, talleres y fábricas, experiencias hayan sido documentados para ser “copiados” libremente, más fácil será de fundar un proyecto nuevo aún con pocos conocimientos organizativos.
¿Cómo dar el puntapié inicial para este boom? Un mecanismo sólido de financiamiento de proyectos solidarios podría ser un buen comienzo del proceso transformativo. Podemos aprender de un sector que poco tiene que ver con la economía colaborativa: las criptomonedas. Estas han logrado crear mecanismos de financiamiento descentralizados como los ICOs para distintos proyectos empresarios. En un primer momento muchos de estos proyectos han sido lamentablemente usado para estafas. Pero lo que queremos destacar es que este sector logró incentivar a la gente a movilizar miles de millones de dólares prácticamente desde la nada, sin grandes inversiones de capitales en publicidad. Si se pudiera canalizar un movimiento similar para financiar proyectos colaborativos esto podría disparar un boom muy rápidamente.
Uno de estos posibles mecanismos de financiamiento, que se puede implementar de manera económica usando criptoactivos, son las Finanzas Commons. En detalle, es presentado en el artículo sobre la Producción Colaborativa Incentivada. En breve, se trata de una pre-venta de productos elaborados por los proyectos, con beneficios como un interés en especie para los que adelanten fondos y recursos. En vez de financiar los bienes adelantando dinero, se puede optar por “adelantar” trabajo o “trocar” otros recursos como terrenos o herramientas, lo cual hace factible este modelo para proyectos en el Sur Global.
Soluciones tecnológicas
Es muy importante que el acceso a la nueva economía sea fácil e intuitiva, aún para personas que no cuentan con conocimientos sobre los conceptos relacionados con el commoning ni conocimientos técnicos en profundidad. Hacen falta soluciones tecnológicas fáciles de usar para simplificar la participación y la creación de proyectos nuevos, incluido el financiamiento. Esbozaremos aquí muy brevemente a algunas tecnologías concretas que podrían facilitar la transición.
- Sistema de software para coordinar entre necesidades y actividades. Una persona que desea participar en el modelo colaborativo puede consultar un buscador de actividades y proyectos de acuerdo a su calificación y otras características. Y una persona o proyecto con necesidades, puede ingresarla a una base de datos. Este sistema fue ideado por el autor austríaco Marcus Meindel bajo el nombre Global Commoning System (el proyecto se encuentra aquí. Hay un vocabulario implementado en ValueFlows) pero aún faltaría una aplicación integrada.
- Base de datos colaborativa para actividades y tecnologías. Una especie de wiki para documentar todos los pasos productivos de las tecnologías a lo largo de las cadenas de suministro necesarias para la satisfacción de necesidades. No necesariamente debe limitarse a necesidades básicas. Además esta base de datos puede tener información sobre proyectos, software y otros recursos.
- Asistente para fundar proyectos nuevos. Una herramienta, que puede estar integrada al GCS, que detalla los pasos para fundar un proyecto nuevo. Idealmente conectado a la base de datos mencionada en el párrafo anterior, y adaptada a países y regiones también por el tema de posibles trámites y requisitos legales.
- Simulaciones. Sistemas para simular proyectos colaborativos en rubros nuevos y experimentar con las interacciones entre los proyectos, como los flujos de materiales y pre-productos. Esto puede ser de mucha utilidad para solucionar el gran desafío de bajar los costos variables de los proyectos, para reducir su dependencia de ingresos y ventas. También permiten detectar cuellos de botella y huecos existentes en las cadenas de suministro, y optimizar la eficiencia de la colaboración.
- Sistema de contratos inteligentes y criptoactivos para implementar contratos de Finanzas Commons. Pueden ser adquiridos como cualquier criptomoneda, pero ayudan con el financiamiento anticipado de un proyecto colaborativo, y proveen beneficios y ventajas individuales a los que colaboran, en la forma de productos y servicios de los proyectos patrocinados.
Conclusión: ¡Deberíamos probarlo!
En la actualidad el mundo se enfrenta a varias amenazas que pueden condicionar el bienestar de la humanidad entera. No solamente el calentamiento global, sino también la amenaza de una nueva conflictividad social producto del ascenso de las derechas pueden llevar a grandes desafíos en el futuro. Este auge de ideas antisolidarias es en gran parte producto de la resignación y del malestar de sectores sociales que sienten o temen que pierden acceso al bienestar que se merecen. Es decir: la pobreza y la desigualdad llevan a la búsqueda de “soluciones” aparentemente fáciles como el retorno a industrias tradicionales (petróleo, carbón) pero que a la larga empeoran los problemas.
La producción colaborativa incentivada puede significar una salida ante estas amenazas. Es en general amigable con el clima y el medio ambiente. Y no solo puede ayudar a mucha gente a salir de la pobreza y por ende de su resignación, sino que también premia el esfuerzo de una manera mucho más directa que el capitalismo. Cada persona que participa de algún proyecto puede directamente ver y comprobar los logros de la actividad personal y la de grupos e iniciativas. Y además puede aumentar la cohesión social, ya que los proyectos colaborativos realmente son comunidades, no estructuras jerárquicas impuestas desde arriba como lo son las empresas capitalistas.
Si se logra reducir la pobreza con ayuda de este modelo, esto significaría un hito enorme para la transformación ecológica y solidaria de la economía y puede disparar un círculo virtuoso. Se podría producir un enorme aumento de la popularidad de la producción colaborativa, derivando en un verdadero boom. Cada vez más personas se darán cuenta que los beneficiará personalmente participar de esta economía alternativa autogestionada, porque reducen sus costos de vida, multiplicando experiencias a lo largo y ancho del mundo. En otras palabras: podría transformarse en competitiva con el capitalismo. Y quizá la pobreza, en este caso, puede erradicarse en pocos años, no en décadas como lo auguran en la actualidad los más optimistas.
Pero también desde el punto de vista más moral es imperioso explorar estas posibilidades. Cada niño que se muere por desnutrición o por no contar con asistencia de salud adecuada por falta de infraestructura es una tragedia. Todo lo que se puede hacer para evitar estos tristes efectos de la pobreza, en nuestra opinión, debería ser probado.
Este artículo es un resumen corto de un texto más largo que profundizará más aún y entrará en los detalles jugosos. Será publicado en los próximos meses (fines de 2025 o comienzos de 2026).