Commons & Incentivos & Neutralidad climática

Un modelo de izquierda competitivo que le puede ganar a la derecha

Un modelo de izquierda competitivo que le puede ganar a la derecha

A primera vista, la década de 2020 se caracteriza por un auge de la derecha en todo el mundo. Y aún peor: Parece que faltan ideas nuevas para sociedades inclusivas e igualitarias. Muchos movimientos de izquierda siguen con las mismas recetas de hace décadas: más Estado, impuestos más altos, mayor regulación de la economía. Sin embargo el zeitgeist actual no parece apreciar estas ideas. En el mejor de los casos se consiguen mejoras graduales y lentas, como en Brasil o México, pero nada que realmente entusiasme a la gente. En cambio, la motosierra conservadora/liberal que se aplica en la Argentina gobernada por Javier Milei parece cosechar cada vez más simpatías en todo el mundo.

¿La derecha ganó, entonces?

Al menos creo que se puede afirmar que le haría bien un nuevo modelo de éxito contundente a la izquierda, o para evitar el término “izquierda”, a todos que estamos a favor de una sociedad más igualitaria.

¿Qué tal una idea que parece totalmente descabellada? Imaginémonos un modelo igualitario que sea competitivo y traería tantas ventajas para el grueso de la población que los dueños del capital del mundo no lo podrían parar. Parece imposible, pero … exploremos esta ¿utopía? un poco.

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El Fin de la Pobreza

El Fin de la Pobreza

La pobreza sigue afectando a miles de millones de personas en todo el mundo. ¿Podremos erradicarla con conceptos colaborativos basados en bienes comunes?

En 2024 más de una octava parte de la población mundial, unos mil cien millones de personas, vivían en condiciones de pobreza significativa de acuerdo al Índice Multidimensional de la Pobreza elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Y esto solo es la punta del iceberg, ya que gran parte de los estratos bajos aún en países desarrollados padecen problemas de acceso a los bienes y servicios necesarios para una vida digna, como vivienda, saneamiento y servicios básicos.

¿Estado o mercado? ¿O algo totalmente diferente?

En la actualidad, conviven dos enfoques principales para combatir la pobreza. Uno se concentra en la ayuda estatal, con los estados de bienestar que prevalecen principalmente en Europa como modelo a seguir, es decir un Estado activo que asegura al menos un mínimo nivel de vida digno. El otro gran enfoque se ha utilizado para justificar políticas pro-mercado y se basa en el modelo del derrame, el cual sostiene que el crecimiento económico llevaría a una mejora de los salarios y a un descenso de la desocupación, mitigando el problema de la pobreza.

En algunos pocos casos estos enfoques han funcionado, como en China, país que combinó ambos métodos: una apertura pro-mercado y una fuerte presencia estatal. Pero en gran parte del mundo los avances han sido mucho más lentos, como en partes de África y Latinoamérica. Y aún en China la pobreza sigue siendo un gran problema en las zonas rurales, alejadas de las desarrolladas ciudades costeras.

Quizá sea el momento de probar un concepto novedoso: reducir la pobreza con conceptos basados en la producción colaborativa, también conocida bajo el término inglés, commoning, que se basa en bienes comunes (commons) compartidos por grupos de distinto tamaño. Este modo de organizar actividades económicas no es nuevo: en muchos países el capitalismo convive con formas tradicionales de compartir recursos, como las tierras de pastoreo en culturas ganaderas que practican la trashumancia. La idea sería no solamente fortalecer estos mecanismos ancestrales, sino combinarlos con enfoques modernos para asegurar un abastecimiento de bienes y servicios de consumo masivo. Nos podemos orientar en experiencias exitosas de todo el planeta como la agricultura solidaria, un modelo muy popular en Japón y Estados Unidos que se expandió rápidamente en Europa luego del cambio de milenio. Pero también para mejorar el acceso a la vivienda se han desarrollado modelos interesantes.

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9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

Si la sociedad fuera capaz de reemplazar el capitalismo por la producción colaborativa (commoning), al menos en gran parte de los rubros de la economía, podríamos llegar antes a la neutralidad climática y terminar con la emisión de gases con efecto invernadero.

La hipótesis que el commoning tiende a la sustentabilidad es popular en el movimiento colaborativo, y la hemos mencionado varias veces en el blog. Pero muchos se preguntarán: ¿por qué esto podría ser así? Ya hemos explicado algunos mecanismos de manera muy escueta en los textos introductorios. En este artículo vamos a ahondar un poco más y te explicamos las razones más importantes que apuntan a la sustentabilidad del commoning en un lenguaje fácil de comprender. Varios de estos puntos además pueden ayudarnos con otro desafío para proyectos colaborativos: pueden reducir los costos que tienen que afrontar.

1. Es posible dedicarse (casi) exclusivamente a la producción

La producción colaborativa puede prescindir de varias tareas ajenas a la producción, como la publicidad, que son necesarias en las empresas capitalistas. Esto debería resultar en un menor consumo de energía.

Los proyectos de producción colaborativa pueden concentrarse en las tareas centrales de la producción de bienes o de la prestación de servicios. Varios sectores de una típica empresa capitalista, como el marketing, las relaciones públicas y la publicidad se pueden reducir a un mínimo o eliminarse completamente. La razón principal es que los proyectos activos en el mismo sector no necesitan competir con otros, al contrario: tienden a cooperar. No necesitan resaltar la marca propia con producciones costosas, como clips de publicidad o la impresión de folletos y volantes. La comunicación con los posibles consumidores puede realizarse a través de métodos sencillos como la Web.

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El Abastecimiento Libre: Alternativa sustentable para el ingreso básico

El Abastecimiento Libre: Alternativa sustentable para el ingreso básico

La producción colaborativa podría ayudar a combatir la pobreza en el mundo. En este texto presentaremos una alternativa al ingreso básico y a otros conceptos de ayuda social, amigable con el clima y el medio ambiente.

El Ingreso Básico Universal es un concepto que ha sido discutido frecuentemente en corrientes de izquierda, sobre todo en Europa, pero también fue propuesto por autores liberales como Milton Friedman. Consiste en un pago mensual para cubrir necesidades básicas para todas las personas que habitan el país. Una prestación de ese tipo, según sus partidarios, podría proteger a las personas efectivamente de la pobreza. Y brindaría tranquilidad a los que temen que sus puestos de trabajo sean reemplazados por tecnología de automatización o inteligencia artificial.

Pero el concepto también cosecha críticas. Sería una prestación costosa, que debería financiarse a través de altos impuestos. No son pocos los que se preguntan si un Ingreso Básico Universal realmente llevaría a la justicia social: ¿es justo si mucha gente trabaja duramente y otros viven solamente de una prestación? En los estados de bienestar, por ejemplo en Europa, la ayuda social frecuentemente despierta críticas similares en partes de la población, que ignoran que estas prestaciones también proveen seguridad para las personas que trabajan y además mejoran su posición en negociaciones salariales. Pero lo cierto es: Un Ingreso Básico Universal dependería de la disposición de la población de financiarlo a través de impuestos, por muchos años.

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La Producción Colaborativa Incentivada

La Producción Colaborativa Incentivada

Conceptos de producción colaborativa como el “commoning” podrían acelerar el progreso hacia la neutralidad climática. ¿Cómo podemos lograr que este modelo se popularice? Proponemos crear un sistema de incentivos basados en uno de sus mayores beneficios: la satisfacción segura de necesidades básicas durante toda la vida.

El término commoning engloba la administración y el uso de recursos (comunes o bienes comunes) de manera colaborativa, por ejemplo con el fin de crear o producir bienes. En síntesis, comprende que personas se unan y se organicen para satisfacer sus necesidades por iniciativa propia. Normalmente en el proceso no ocurren ventas de productos. En cambio, una vez que todos los recursos para el proyecto se han obtenido o estén financiados, la producción arranca y los productos luego son distribuidos a los participantes.

Se trata de una práctica antigua. En varios continentes existían modelos de ganadería como la trashumancia con tierras de pastoreo compartidas por toda una comunidad. La premio Nobel de Economía de 2009, Elinor Ostrom, investigó estas prácticas y concluyó que cuando las comunidades se ponen de acuerdo e imponen reglas claras, se puede evitar el famoso problema de la Tragedia de los comunes. Este describe situaciones cuando un sobre-uso egoísta de los recursos por los miembros de la comunidad los hace degradar.

En las décadas más recientes evolucionó una forma más moderna del commoning. Se comparten recursos de conocimiento a través de Internet y se administran y mejoran de manera conjunta. Se puede tratar de software (aplicaciones de código abierto, como Firefox, Linux o incluso Android), de medios como la enciclopedia libre Wikipedia o de tutoriales y guías de todo tipo. Una diferencia clave con el commoning tradicional es que normalmente toda persona interesada puede acceder libremente a los “productos”, ya que la copia digital e Internet permiten una distribución casi sin costos.

También en las comunidades que crean y mantienen estos bienes comunes digitales existen reglas claras: Las licencias libres determinan qué pueden hacer los usuarios y qué no. Normalmente no se restringe el uso para necesidades propias, incluso para usos comerciales. Sí se reglamenta más estrictamente la modificación y el uso de obras derivadas. Un concepto importante es el copyleft, usado por ejemplo en la popular licencia de software General Public License (GPL): Quién modifica un recurso, debe también usar una licencia libre para las modificaciones. Esto asegura que toda la comunidad se beneficie de estas mejoras y nadie se pueda apropiar de manera egoísta de los recursos que se habían compartido.

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