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El Fin de la Pobreza

El Fin de la Pobreza

La pobreza sigue afectando a miles de millones de personas en todo el mundo. ¿Podremos erradicarla con conceptos colaborativos como el commoning?

En 2024 más de una octava parte de la población mundial, unos mil cien millones de personas, vivían en condiciones de pobreza significativa de acuerdo al Índice Multidimensional de la Pobreza elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Y esto solo es la punta del iceberg, ya que gran parte de los estratos bajos aún en países desarrollados padecen problemas de acceso a los bienes y servicios necesarios para una vida digna, como vivienda, saneamiento y servicios básicos.

¿Estado o mercado? ¿O algo totalmente diferente?

En la actualidad, conviven dos enfoques principales para combatir la pobreza. Uno se concentra en la ayuda estatal, con los estados de bienestar que prevalecen principalmente en Europa como modelo a seguir, es decir un Estado activo que asegura al menos un mínimo nivel de vida digno. El otro gran enfoque se ha utilizado para justificar políticas pro-mercado y se basa en el modelo del derrame, el cual sostiene que el crecimiento económico llevaría a una mejora de los salarios y a un descenso de la desocupación, mitigando el problema de la pobreza.

En algunos pocos casos estos enfoques han funcionado, como en el caso de China, país que combinó ambos métodos: una apertura pro-mercado y una fuerte presencia estatal. Pero en gran parte del mundo los avances han sido mucho más lentos, particularmente en partes de África y Latinoamérica. Y aún en China la pobreza sigue siendo un gran problema en las zonas rurales, alejadas de las desarrolladas ciudades costeras.

Quizá sea el momento de probar un concepto novedoso: reducir la pobreza con conceptos basados en la producción colaborativa, también conocida bajo el término inglés, commoning. Este modo de organizar actividades económicas no es nuevo: en muchos países el capitalismo convive con formas tradicionales de compartir recursos, como las tierras de pastoreo usadas por grandes grupos de ganaderos tradicionales en culturas que practican la trashumancia. La idea sería no solamente fortalecer estos mecanismos ancestrales, sino combinarlos con enfoques modernos para asegurar un abastecimiento de bienes y servicios de consumo masivo, basándonos en experiencias exitosas de todo el planeta. Entre ellas, podemos mencionar la agricultura solidaria, un modelo muy popular en Japón y Estados Unidos que se expandió rápidamente en Europa luego del cambio de milenio. Pero también para mejorar el acceso a la vivienda se han desarrollado modelos interesantes.

¿Cuales son las mayores deficiencias que se podrían aliviar a través de procesos colaborativos? En la tabla del Índice de Pobreza Multidimensional del PNUD se usan las siguientes variables: Nutrición, Educación (medida en años de escolaridad y el porcentaje de escolarización), mortalidad infantil, combustible para cocinar, vivienda, saneamiento, agua potable y acceso a equipamiento básico (“assets”). Si bien todas ellas pueden beneficiarse del commoning, las problemáticas relacionadas a la educación y la salud son complejas y dependen de otras variables. Un ejemplo: la asistencia a las escuelas en muchas regiones se encuentra frenada cuando las familias requieren que sus hijos participen del trabajo en la empresa familiar, como ocurre en muchas granjas rurales de África y del sur de Asia. Y la salud es un sector con cadenas de suministro muy complejas y una dependencia de un gran número de productos diferentes, de medicamentos hasta avanzados aparatos tecnológicos, indispensables para la medicina moderna.

Por eso este texto se enfocará en los problemas que se pueden solucionar con conceptos concretos de producción de ciertos bienes. En particular, los sectores de vivienda, saneamiento y alimentación parecen prometedores: proyectos productivos relativamente sencillos podrían tener un enorme impacto.

El concepto básico: Commoning para todos

La solución propuesta acá parte de un simple modelo básico: Siempre que haya una necesidad básica insatisfecha en una región, se crea una infraestructura de producción colaborativa para satisfacerla localmente: al costo y con fácil accesibilidad por parte de las potenciales personas beneficiarias.

La idea es que las personas puedan unirse para fundar un proyecto local que satisfaga la necesidad, con la mínima cantidad de obstáculos posible. Para que esto sea posible, se prepara una caja de herramientas organizativas y tecnológicas y una hoja de ruta probada y confiable, adaptada al contexto local. Las personas beneficiarias pueden participar activamente de las tareas o del financiamiento y de la gestión, dependiendo del nivel económico de cada participante. Un ejemplo: si en una región existe un problema de hambre y desnutrición, la solución entonces sería una secuencia de pasos que pueden seguir las comunidades afectadas (con o sin ayuda externa) para fundar granjas comunitarias que abastezcan la región con los alimentos que hacen falta.

Hoy en día cuando ocurre un problema de abastecimiento de bienes que satisfacen necesidades básicas que crean pobreza en una región, en muchos casos el problema de fondo tiene dos causas principales: por un lado, el recurso necesitado no se produce localmente o regionalmente en cantidades suficientes, y por otro lado, la población local cuenta con escasos recursos económicos, por ejemplo por desocupación/subocupación o salarios regionales muy bajos. Se produce así una dependencia de bienes de consumo masivo producidos en otras regiones o países, demasiado caros para poder ser adquiridos por la población local.

Una solución “capitalista” al problema podría ser que empresas locales se hagan cargo de la producción del bien escaso en la misma región o por lo menos en el mismo país para mejorar el acceso a estos productos. Pero en muchos casos este camino se topa con dificultades: no hay empresas interesadas en crear la infraestructura porque no les alcanza con la ganancia que se puede esperar, no se consigue financiamiento de los materiales y la maquinaria, o las tierras de la región están ocupadas con plantaciones dedicadas a la exportación. La no disponibilidad de tierras suele ser un problema menor: en el caso de alimentos, hay países como la India y China que son capaces de autoabastecerse con la mayoría de los alimentos de consumo masivo, a pesar de una densidad poblacional muy alta. Por todas estas dificultades, los Estados muchas veces intentan solucionar el problema repartiendo alimentos comprados en otras regiones o incluso importados de otros países, lo cual profundiza el problema de la dependencia de la región de otras aún para bienes básicos.

Si hubiera un camino seguro, probado, con financiamiento relativamente fácil de conseguir, para crear las infraestructuras de producción, la tarea se simplificaría bastante. Se necesitaría algo de tiempo para instaurar todos los procesos productivos para las cadenas de suministro, pero posiblemente un período de entre 5 y 10 años puede ser suficiente para aliviar aún deficiencias muy pronunciadas de necesidades básicas.

Estas infraestructuras contarían idealmente con cualidades que minimizan los costos variables que tienen que afrontar los proyectos y por ende reducen o idealmente eliminan la necesidad de los proyectos de contar con ingresos financieros continuos. Esto significa que a medida que avance el modelo, una cada vez mayor parte de la producción no necesita venderse o re-financiarse sino que puede abastecer directamente a las comunidades locales que participan de estos proyectos.

Estas características son:

  • Uso de materias primas abundantes localmente, recursos agrícolas renovables y materiales reciclados, tanto para construir la infraestructura como para las materias primas para los productos. La compra de materiales puede causar altos costos iniciales, por lo cual es importante prescindir en lo posible de materias primas muy escasas, sobre todo las que hay que importar.
  • Tecnología abierta. Las técnicas y los aparatos que componen las infraestructuras de proyectos existentes pueden ser copiadas por nuevos proyectos, sin necesidad de pagar patentes o licencias a empresas. Para tal fin se publican todos los planos, croquis, manuales y otros recursos bajo licencias libres, como lo hace ya en la actualidad el movimiento del hardware abierto.
  • Usar energías renovables. Es beneficioso para proyectos que no tengan que preocuparse por la provisión de combustibles, y en cambio ser diseñados para usar en casi un cien por ciento energías renovables. Esto requiere algo de flexibilidad por la fluctuación del suministro eléctrico de fuentes de energía como la solar y la eólica, y lleva al desafío de diseñar la infraestructura de tal manera que pueda funcionar cuando la energía esté disponible y “pausar” la producción cuando no lo está.
  • Cadenas de suministro relativamente cortas. Si la provisión de los bienes requiere muchos pasos productivos previos, es más complicado montar la infraestructura. La tecnología ideal serían ensambladoras automatizadas como las impresoras 3D, las máquinas CNC y robots industriales flexibles, que trabajan directamente con la materia prima o un material sencillo y lo transforman en el producto final. No siempre usar estas tecnologías es factible; pero también son una buena opción tecnologías más especializadas cuando sus cadenas de suministro no sean tan complejas.
  • Modelos de propiedad que “perpetúan” la posesión colectiva de la infraestructura, para evitar que sea re-privatizada en algún momento. Esto en algunos casos es factible solo en un segundo paso. Antes se pueden aplicar modelos híbridos de propiedad. Un ejemplo es la colaboración de un proyecto colaborativo con granjas existentes, como en la agricultura solidaria que ya existe en muchas regiones.
  • Financiamiento que no requiera ingresos financieros futuros, como un interés en especie (Finanzas Commons). Se pre-financian los costos fijos y variables con pre-ventas de productos. Con el tiempo, el objetivo es bajar los costos variables, para disminuir la ya mencionada dependencia de ventas.
  • Intercambio de bienes por trabajo. Esto es importante sobre todo en regiones con grandes desigualdades o con pobreza que afecta a gran parte de la población. En vez de participar del financiamiento, las personas beneficiarias participan de las tareas productivas, y no cobran un sueldo sino que reciben abastecimiento de los bienes. Se podría decir que cobran un sueldo en especie, pero la idea es que esto sea cada vez menos necesario.
  • Un fondo solidario tanto de bienes como de dinero, que por un lado posibilita el abastecimiento de personas de la comunidad local que no puedan pagar los bienes ni trabajar para adquirirlos (como personas enfermas o mayores), y para cuellos de botella como malas cosechas o catástrofes naturales.
  • Documentación extensiva de los pasos a seguir para instalar la infraestructura, planes de maquinarias, y mejores prácticas para la operación y gestión. La riqueza de esta documentación al comienzo será limitada, pero crecerá con cada nuevo proyecto.

El apoyo del Estado no debería ser estrictamente necesario, aunque obviamente puede ser ventajoso que éste colabore, por ejemplo con financiamiento, tierras o capacitación.

Nutrición: Agricultura solidaria 2.0 y 3.0

Para la nutrición, uno de los modelos más interesantes a seguir puede ser la agricultura comunitaria o solidaria. Idealmente en una versión modernizada que llamaremos aquí 2.0. Y una variante aún más avanzada 3.0.

La agricultura solidaria es un modelo de producción agrícola inclusivo que consiste en que los consumidores se hacen cargo de la gestión de una granja. Esto posibilita un acceso a los productos agrícolas al costo ya que permite eliminar a la mayoría de los intermediarios. El concepto fue desarrollado primero en Japón, dónde existen proyectos llamados teikei desde mediados de los años 1960. Una década más tarde el concepto se popularizó en Europa central (sobre todo en Suiza, Francia y Alemania) y Estados Unidos. En el mundo hispano el concepto fue aplicado principalmente en la horticultura a pequeña escala (huertas comunitarias), pero también existen iniciativas a mayor escala como la cooperativa JJ Gómez en la provincia argentina de Río Negro. También la cooperativa venezolana Cecosesola usa conceptos similares.

El modelo básico: un grupo de consumidores garantiza el financiamiento de todos los costos necesarios para una temporada. A mediados que se cosechen los diferentes productos, éstos se distribuyen a los consumidores, de acuerdo a su contribución. En algunos casos esto puede ser combinado con una venta de cajas de productos como hortalizas, granos y carne a personas externas que no participan del proyecto. Las tareas laborales, en el modelo original, las realiza en general una familia de agricultores o una pequeña empresa, y el proyecto les paga por las tareas realizadas. En muchos casos las tierras quedan bajo propiedad de este grupo o son alquiladas por éste, costo que también es afrontado por el proyecto. A medida que el proyecto avance, es posible que se haga cargo de más tareas y adquiera las tierras, para aumentar la sostenibilidad y bajar costos variables.

El modelo funciona muy bien en países desarrollados, dónde fue capaz de salvar a varios pequeños establecimientos agrícolas que se encontraban en peligro de cerrar o ser adquiridos por grandes terratenientes, y se encuentra en un sostenido crecimiento. Sin embargo, para usarlo para terminar con la pobreza en el Sur Global, hay algunos cambios necesarios: no mucha gente pobre cuenta con la capacidad de financiar las operaciones de la granja, mucho menos por adelantado.

Llamaríamos a esta variante la versión 2.0. Se intenta de bajar los costos financieros variables al mínimo. Las mismas personas beneficiarias del proyecto afrontan la mayoría de las tareas. Otra de las estrategias es usar energías renovables dónde sea posible, materiales locales y abundantes para todos los pasos de producción. A menudo al comienzo por razones de financiamiento solo es posible un modelo low tech con poca maquinaria y mucho trabajo manual. Pero el nivel de tecnología se puede aumentar gradualmente. Otro aspecto importante: en muchos países pobres existe un gran número de granjas familiares, muchas veces en peligro de extinción por el avance de grandes terratenientes, que pueden ser convertidas en proyectos solidarios y “salvados” de esta manera.

Para realmente popularizar el modelo y masivizarlo, proponemos una tercera actualización del modelo, la versión 3.0. Consiste en que la infraestructura y maquinaria cuente con tecnología abierta de avanzada y altamente automatizada para minimizar la demanda laboral. Cuanto menos necesidad de trabajo haya, más flexibilidad existirá para una repartición solidaria de alimentos a personas que no cuentan con la capacidad de contribuir. Inicialmente el proyecto controlará que se limite el acceso “gratuito” a personas mayores, con enfermedades o discapacidades, y niños y adolescentes sin familia que los sustente. Para esta variante del concepto se necesita un desarrollo activo de tecnología. El proyecto estadounidense Open Source Ecology trabaja en maquinaria agrícola bajo licencias libres. Su portafolio de “productos” incluye varias tecnologías de automatización, pero su progreso es lento. Para hacer realidad esta variante del modelo, se necesitarán esfuerzos adicionales. Al final del artículo esbozaremos por qué esto puede ser más factible de lo que muchos piensan: porque el nuevo modo de producción podría ser competitivo con el capitalismo.

Hábitat: Vivienda al costo

El acceso a la vivienda es un problema no solamente en los países del Sur Global, tristemente famosos por los asentamientos informales (villas miseria, favelas, chabolas etc.) que se asocian con los peores percances de la pobreza urbana, como drogadicción y hacinamiento. En el Siglo XXI el asunto se ha vuelto a instalar masivamente en las ciudades grandes aún en países desarrollados, con alquileres que explotan, procesos de gentrificación que desplazan a antiguos habitantes de los centros urbanos a las periferias, y especulación inmobiliaria descontrolada.

No es que soluciones colaborativas sean algo nuevo en el sector. En muchos países, también en el Sur Global, existe un movimiento de cooperativas de vivienda. Sin embargo, con excepción de algunos pocos países como Uruguay, estas cooperativas al menos en décadas recientes no han logrado aliviar masivamente los efectos de la especulación inmobiliaria. Uno de los problemas es el escaso nivel de organización de las cooperativas, y el modelo ha sido también asociado con estafas en países como la Argentina. Existen proyectos exitosos (como la Cooperativa Horizonte en Córdoba, Argentina) que brindan viviendas económicas a cientos de miles de personas. Pero aún estos proyectos no necesariamente alivian la situación para siempre: a menudo inmuebles que fueron levantados por cooperativas después de un tiempo se re-privatizan, por ejemplo cuando los socios originales de la cooperativa se mudan a otros lugares y venden a su casa. De esta manera, paulatinamente se convierten en propiedad horizontal tradicional. El problema es que esto fomenta la especulación: las viviendas levantadas colectivamente entran en el circuito de la búsqueda de rédito económico. La expectativa de ganancia hace subir precios de venta y alquileres.

Un interesante modelo de origen alemán podría ser una de las soluciones del problema para volver a la vivienda al costo. El llamado Mietshäuser Syndikat (“sindicato de inquilinatos”) beneficia a miles de socios con un alquiler económico (sin el “adicional por especulación”) de por vida. Es una federación de proyectos de vivienda semi-independientes organizados como asociaciones civiles, con una federación central que es propietaria del 50 por ciento de cada proyecto. Esta federación tiene un objetivo principal: evitar que los inmuebles se vendan y así se re-privaticen, al contar con un poder de veto. Además ayuda con algunos aspectos de la gestión y maneja un fondo solidario para proyectos en dificultades. Este fondo sin embargo no se usa para financiar la construcción o la compra de inmuebles: de esto se hacen cargo las asociaciones, para no sobrecargar de obligaciones a la federación central.

También en este caso se podría pensar en una actualización o versión 2.0 del modelo original. El proyecto alemán original se enfoca en la adquisición de inmuebles ya existentes. Pero en los países del Sur Global existe una escasez absoluta de viviendas, o muchas de ellas son de baja calidad. Es decir, la construcción de viviendas dignas nuevas es mucho más prioritaria. También aquí se puede optar primero por un modelo low tech, fomentando formas de construcción tradicionales o viviendas prefabricadas de bajo costo. El otro aspecto que hay que adaptar es la dependencia del modelo del pago de un alquiler. Las viviendas en cambio se podrían entregar a cambio de colaboración en la gestión del proyecto y la construcción de viviendas nuevas para otras personas.

Pero lo ideal también aquí sería un modelo 3.0: crear una industria abierta y altamente automatizada de viviendas prefabricadas que use tecnologías abiertas. Estos proyectos industriales aprovisionarían a los proyectos de gestión de vivienda. Profesionalizar este sector sube la eficiencia y baja los costos. Existen algunos pocos proyectos de viviendas abiertas como WikiHouse (viviendas de madera fáciles de industrializar) y el Seed Eco Home de Open Source Ecology. También la impresión 3D de viviendas se está perfilando como una opción potencialmente interesante. Siempre que los proyectos de construcción y/o fabricación estén organizados de manera colaborativa, se puede conseguir el precio al costo.

Uno de los factores que suben los costos de las viviendas es el saneamiento. En ámbitos urbanos la construcción de redes cloacales puede ser también una tarea importante para proyectos colaborativos, los cuales pueden funcionar como extensión de los proyectos de vivienda, con participación de las personas beneficiarias de éstas. En ámbitos suburbanos marginalizados de densidad poblacional no demasiado alta, dónde hoy prevalecen letrinas, puede ser una solución el uso de baños secos modernos, que tienen características de higiene similares a los inodoros clásicos con descarga de agua y sifón, y costos sensiblemente menores.

Regiones CSX y abastecimiento universal colaborativo

Una vez que se han instalado los primeros proyectos en los rubros vivienda y alimentación, se puede ir por más. Las regiones CSX son el siguiente paso: adaptar los modelos a otros pasos productivos.

Se puede pensar en:

  • Construcción. Este rubro ya se mencionó al hablar de la variante 3.0 de los proyectos de vivienda. Contar con entidades especializadas para estas tareas contribuye a la profesionalización y la eficiencia en el rubro y puede bajar su costo. Se ocuparían de la construcción de edificaciones nuevas, pero también de otras infraestructuras como caminos, puentes y espacios verdes.
  • Procesamiento y elaboración de alimentos. Actividades como la los molinos de harina y otros granos pueden hacerse realidad ya poco tiempo después de la fundación de las primeras granjas solidarias ya que no requieren mucha tecnología. La cadena de procesamiento puede ser luego extendida cada vez más, hasta llegar a alimentos complejos como las hamburguesas veganas.
  • Cadena de suministro para saneamiento. Como en el caso de la construcción, profesionalizar la cadena de suministros del saneamiento puede llevar a mejores resultados.
  • FabLabs y Makerspaces. Talleres solidarios para la fabricación de productos, con maquinaria y herramientas como impresoras 3D y máquinas CNC. En los países desarrollados ya son bastante frecuentes. Repair Cafés son una variante enfocada en la reparación solidaria de aparatos y máquinas.
  • Movilidad y transporte. Se pueden combinar conceptos del consumo compartido (la sharing economy), por ejemplo redes para compartir vehículos, con financiamiento solidario y reglas de uso inclusivas. Un grupo de proyectos solidarios bastante popular en Europa que puede ser el puntapié inicial para este tipo de infraestructuras son las redes para compartir bicicletas eléctricas de carga para el transporte de elementos pesados y disminuir la dependencia de fletes y vehículos utilitarios tradicionales.
  • Energía renovable colaborativa. Ya existen varios proyectos a pequeña escala para compartir energía solar y eólica en diferentes partes del mundo. En muchas regiones afectadas por pobreza pueden aliviar la falta de aprovisionamiento de energía confiable, uno de los problemas más comunes que afecta el desarrollo de actividades.
  • Salud colaborativa. La salud es uno de los rubros más difíciles y complejos para transformar al modelo CSX, por la alta especialización de las disciplinas y los costosos aparatos. Por otro lado, se puede recurrir a experiencias como la de los bomberos voluntarios para establecer estructuras similares para la actuación ante emergencias. También hay algunas experiencias en países desarrollados, como la red solidaria Samarita en Alemania, cuyas experiencias pueden ser adaptadas al contexto del Sur Global.

Una vez que estos proyectos se expandan y se interconecten entre sí, pueden ofrecer un abastecimiento colaborativo de varias necesidades básicas a la vez. El “paquete” de bienes y servicios ofrecidos puede ser expandido cada vez más. No hay límites para los productos que se pueden ofrecer (con la excepción de algunos bienes de lujo), solamente hay sectores que probablemente tarden un poco más, particularmente los que cuentan con cadenas de suministro largas y altos costos para maquinaria de producción.

Pero aún si solo una parte de los productos de consumo masivo se pueden producir de manera colaborativa en los primeros años, no hay que olvidar que todas los procesos que logran satisfacer necesidades básicas de grandes partes de la población antes “pobre” contribuyen al progreso de la transformación y crean otros beneficios. Por ejemplo, si ya no es necesario que los gobiernos financien alimentación y vivienda de los sectores pobres, pueden dedicar más recursos a estos rubros más complejos como lo es la salud y la educación pública. Y si cede la presión sobre las empresas familiares rurales y los niños ya no se requiren como mano de obra, estos pueden disfrutar de más años de educación y capacitación, creando un círculo virtuoso.

Por qué el modelo puede “levantar vuelo” de manera rápida e inesperada

Muchos se preguntarán si la idea presentada en este artículo es realmente posible de hacer realidad en el corto o mediano plazo. Los esfuerzos necesarios parecen muy grandes. Y posiblemente no será posible establecer algunas estructuras de producción en regiones muy afectadas por la pobreza sin ayuda de personas y proyectos de otras regiones.

A menudo sin embargo se olvida que casi todas las estructuras descritas en este artículo ya existen en el mundo desarrollado y algunos también en el Sur Global. Son aún nichos, pero su popularidad está creciendo. Y debido al carácter abierto de la producción colaborativa, cualquier esfuerzo hecho en una parte del mundo puede ayudar a todas las iniciativas a nivel global.

Uno de los procesos que realmente podría disparar un boom de la economía colaborativa basada en incentivos son justamente los mecanismos de incentivos. Es muy probable que una transformación de la economía – del capitalismo o socialismo a modelos colaborativos – sea beneficiosa para grandes partes de la población. Es decir, que la pregunta: ¿me conviene participar en un proyecto que use estos conceptos? cada vez más resulte en un Sí rotundo. Un ejemplo: las personas activas en la agricultura solidaria pueden ahorrar ya en la actualidad si se compara el costo de financiar una temporada de cosechas con el precio de productos de similar calidad en el mercado. Y el Mietshäuser Syndikat, como hemos ya descrito, ha logrado ofrecer alquileres muy bajos por su estructura sin intermediarios que necesitan una ganancia.

Se podría fortalecer este incentivo en una segunda fase de la transformación: cuando comience a haber más interacción entre los distintos proyectos. Hoy si bien los proyectos solidarios y CSX no operan aislados y hay múltiples contactos entre ellos, hay muy pocos casos de cadenas de suministro integradas, en gran parte limitadas a comunidades intencionales como ecoaldeas. Pero cuando haya más experiencias con la tarea de conectar las actividades para crear redes de producción, cada vez más será más fácil de fundar proyectos nuevos o ampliar proyectos existentes para incorporar más beneficiarios.

En esta fase se empezará a sentir el impacto de la tecnología abierta, que ahorra muchos costos de desarrollo e implementación de procesos tecnológicos. Cuánto más procesos productivos, conceptos para máquinas, talleres y fábricas, experiencias hayan sido documentados para ser “copiados” libremente, más fácil será de fundar un proyecto nuevo aún con pocos conocimientos organizativos.

¿Cómo dar el puntapié inicial para este boom? Un mecanismo sólido de financiamiento de proyectos solidarios podría ser un buen comienzo del proceso transformativo. Podemos aprender de un sector que poco tiene que ver con la economía colaborativa: las criptomonedas. Estas han logrado crear mecanismos de financiamiento descentralizados como los ICOs para distintos proyectos empresarios. En un primer momento muchos de estos proyectos han sido lamentablemente usado para estafas. Pero lo que queremos destacar es que este sector logró incentivar a la gente a movilizar miles de millones de dólares prácticamente desde la nada, sin grandes inversiones de capitales en publicidad. Si se pudiera canalizar un movimiento similar para financiar proyectos colaborativos esto podría disparar un boom muy rápidamente.

Uno de estos posibles mecanismos de financiamiento, que se puede implementar de manera económica usando criptoactivos, son las Finanzas Commons. En detalle, es presentado en el artículo sobre la Producción Colaborativa Incentivada. En breve, se trata de una pre-venta de productos elaborados por los proyectos, con beneficios como un interés en especie para los que adelanten fondos y recursos. En vez de financiar los bienes adelantando dinero, se puede optar por “adelantar” trabajo o “trocar” otros recursos como terrenos o herramientas, lo cual hace factible este modelo para proyectos en el Sur Global.

Soluciones tecnológicas

Es muy importante que el acceso a la nueva economía sea fácil e intuitiva, aún para personas que no cuentan con conocimientos sobre los conceptos relacionados con el commoning ni conocimientos técnicos en profundidad. Hacen falta soluciones tecnológicas fáciles de usar para simplificar la participación y la creación de proyectos nuevos, incluido el financiamiento. Esbozaremos aquí muy brevemente a algunas tecnologías concretas que podrían facilitar la transición.

  • Sistema de software para coordinar entre necesidades y actividades. Una persona que desea participar en el modelo colaborativo puede consultar un buscador de actividades y proyectos de acuerdo a su calificación y otras características. Y una persona o proyecto con necesidades, puede ingresarla a una base de datos. Este sistema fue ideado por el autor austríaco Marcus Meindel bajo el nombre Global Commoning System (el proyecto se encuentra aquí. Hay un vocabulario implementado en ValueFlows) pero aún faltaría una aplicación integrada.
  • Base de datos colaborativa para actividades y tecnologías. Una especie de wiki para documentar todos los pasos productivos de las tecnologías a lo largo de las cadenas de suministro necesarias para la satisfacción de necesidades. No necesariamente debe limitarse a necesidades básicas. Además esta base de datos puede tener información sobre proyectos, software y otros recursos.
  • Asistente para fundar proyectos nuevos. Una herramienta, que puede estar integrada al GCS, que detalla los pasos para fundar un proyecto nuevo. Idealmente conectado a la base de datos mencionada en el párrafo anterior, y adaptada a países y regiones también por el tema de posibles trámites y requisitos legales.
  • Simulaciones. Sistemas para simular proyectos colaborativos en rubros nuevos y experimentar con las interacciones entre los proyectos, como los flujos de materiales y pre-productos. Esto puede ser de mucha utilidad para solucionar el gran desafío de bajar los costos variables de los proyectos, para reducir su dependencia de ingresos y ventas. También permiten detectar cuellos de botella y huecos existentes en las cadenas de suministro, y optimizar la eficiencia de la colaboración.
  • Sistema de contratos inteligentes y criptoactivos para implementar contratos de Finanzas Commons. Pueden ser adquiridos como cualquier criptomoneda, pero ayudan con el financiamiento anticipado de un proyecto colaborativo, y proveen beneficios y ventajas individuales a los que colaboran, en la forma de productos y servicios de los proyectos patrocinados.

Conclusión: ¡Deberíamos probarlo!

En la actualidad el mundo se enfrenta a varias amenazas que pueden condicionar el bienestar de la humanidad entera. No solamente el calentamiento global, sino también la amenaza de una nueva conflictividad social producto del ascenso de las derechas pueden llevar a grandes desafíos en el futuro. Este auge de ideas antisolidarias es en gran parte producto de la resignación y del malestar de sectores sociales que sienten o temen que pierden acceso al bienestar que se merecen. Es decir: la pobreza y la desigualdad llevan a la búsqueda de “soluciones” aparentemente fáciles como el retorno a industrias tradicionales (petróleo, carbón) pero que a la larga empeoran los problemas.

La producción colaborativa incentivada puede significar una salida ante estas amenazas. Es en general amigable con el clima y el medio ambiente. Y no solo puede ayudar a mucha gente a salir de la pobreza y por ende de su resignación, sino que también premia el esfuerzo de una manera mucho más directa que el capitalismo. Cada persona que participa de algún proyecto puede directamente ver y comprobar los logros de la actividad personal y la de grupos e iniciativas. Y además puede aumentar la cohesión social, ya que los proyectos colaborativos realmente son comunidades, no estructuras jerárquicas impuestas desde arriba como lo son las empresas capitalistas.

Si se logra reducir la pobreza con ayuda de este modelo, esto significaría un hito enorme para la transformación ecológica y solidaria de la economía y puede disparar un círculo virtuoso. Se podría producir un enorme aumento de la popularidad de la producción colaborativa, derivando en un verdadero boom. Cada vez más personas se darán cuenta que los beneficiará personalmente participar de esta economía alternativa autogestionada, porque reducen sus costos de vida, multiplicando experiencias a lo largo y ancho del mundo. En otras palabras: podría transformarse en competitiva con el capitalismo. Y quizá la pobreza, en este caso, puede erradicarse en pocos años, no en décadas como lo auguran en la actualidad los más optimistas.

Pero también desde el punto de vista más moral es imperioso explorar estas posibilidades. Cada niño que se muere por desnutrición o por no contar con asistencia de salud adecuada por falta de infraestructura es una tragedia. Todo lo que se puede hacer para evitar estos tristes efectos de la pobreza, en nuestra opinión, debería ser probado.

Este artículo es un resumen corto de un texto más largo que profundizará más aún y entrará en los detalles jugosos. Será publicado en los próximos meses (fines de 2025 o comienzos de 2026).

9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

9 razones por las que la producción colaborativa es sustentable

Si la sociedad fuera capaz de reemplazar el capitalismo por la producción colaborativa (commoning), al menos en gran parte de los rubros de la economía, podríamos llegar antes a la neutralidad climática y terminar con la emisión de gases con efecto invernadero.

La hipótesis que el commoning tiende a la sustentabilidad es popular en el movimiento colaborativo, y la hemos mencionado varias veces en el blog. Pero muchos se preguntarán: ¿por qué esto podría ser así? Ya hemos explicado algunos mecanismos de manera muy escueta en los textos introductorios. En este artículo vamos a ahondar un poco más y te explicamos las razones más importantes que apuntan a la sustentabilidad del commoning en un lenguaje fácil de comprender. Varios de estos puntos además pueden ayudarnos con otro desafío para proyectos colaborativos: pueden reducir los costos que tienen que afrontar.

1. Es posible dedicarse (casi) exclusivamente a la producción

La producción colaborativa puede prescindir de varias tareas ajenas a la producción, como la publicidad, que son necesarias en las empresas capitalistas. Esto debería resultar en un menor consumo de energía.

Los proyectos de producción colaborativa pueden concentrarse en las tareas centrales de la producción de bienes o de la prestación de servicios. Varios sectores de una típica empresa capitalista, como el marketing, las relaciones públicas y la publicidad se pueden reducir a un mínimo o eliminarse completamente. La razón principal es que los proyectos activos en el mismo sector no necesitan competir con otros, al contrario: tienden a cooperar. No necesitan resaltar la marca propia con producciones costosas, como clips de publicidad o la impresión de folletos y volantes. La comunicación con los posibles consumidores puede realizarse a través de métodos sencillos como la Web.

Por razones similares los proyectos pueden reducir viajes de negocios, eliminando los que existen por razones como las relaciones públicas o la adquisición de nuevos clientes. Muchas de estas tareas se pueden realizar por videoconferencia. Si se reemplazan viajes en avión, el ahorro en cuanto a emisiones es significativo. También se reduce la importancia del sector financiero. Si bien algunos proyectos necesitarán un banco para conseguir préstamos, no necesitan estrategias de inversión sofisticadas y caras. Y el concepto de las Finanzas Commons, que presentamos en el texto sobre la producción colaborativa incentivada puede realizarse a través de blockchains, sin la intervención de bancos.

2. Menor demanda de inmuebles

La producción colaborativa necesita menos inmuebles como oficinas y locales, liberándose de obligaciones como mantenimiento y calefacción.

Por una lógica similar al punto anterior, los proyectos de producción colaborativa necesitan menos superficie para sus actividades, es decir inmuebles. Por un lado, pueden prescindir de oficinas para áreas como el del marketing. Por otro lado, muchas tareas puede realizarse en gran parte desde el home office, es decir desde casas particulares. Y si realmente se necesitan oficinas, estas se pueden compartir con otros proyectos. Simplemente porque no hay razón alguna que impide cooperar. Esto también aplica a otro tipo de inmuebles y terrenos.

De esta manera se eliminan varias fuentes de gasto de energía como la construcción, el mantenimiento y la climatización o calefacción de estos inmuebles. Si el commoning se transforma en el modelo dominante de producción, por ende es probable que se reduzca drásticamente la demanda de oficinas. Los inmuebles que no se necesitan más pueden usarse para otros fines, como depósitos temporarios para bienes (ver el punto 8), o hasta se pueden convertir en viviendas, aportando a reducir el consumo energético del rubro de la construcción en general. En el caso que se puedan liberar terrenos al aire libre, pueden ser “devueltos” a la naturaleza, por ejemplo a través de la creación de reservas naturales.

3. No hay necesidad de crecer

En la economía de mercado, las empresas típicamente deben crecer para atraer inversiones y ser exitosas. Esta presión no existe para los proyectos colaborativos.

Las sociedades comerciales necesitan crecer para sobrevivir. Para que alguien invierta en acciones de una empresa, es clave la expectativa de un return on investment, es decir una ganancia financiera cuando la cotización de estas acciones aumenta. También las tasas de interés de los préstamos presionan a las compañías de aspirar a ingresos cada vez mayores. Esta tendencia al crecimiento inherente al capitalismo resulta frecuentemente en un consumo de energía y de materias primas que tiende a aumentar constantemente.

La producción colaborativa no requiere de este tipo de crecimiento por crecer. Los proyectos pueden aspirar a una mejor satisfacción de necesidades, por ejemplo para abastecer a más personas, incrementar la calidad o abarcar más pasos de la cadena de suministro a través del commoning. Pero no existe una presión específica para este tipo de crecimiento. Además: si los proyectos colaborativos son capaces de acaparar una porción significativa de un mercado dónde antes predominaban empresas capitalistas, es probable que el consumo de energía se reduzca en el mediano y largo plazo. Simplemente porque se harán notar muchas de los puntos que presentamos en este artículo.

4. Eliminación de desarrollos paralelos innecesarios

Los proyectos colaborativos que usan tecnologías abiertas pueden ahorrar recursos para la investigación y el desarrollo que solo son necesarios por razones legales.

Nuevamente este punto se enfoca en la cooperación y colaboración: Los proyectos colaborativos pueden compartir tecnologías, por ejemplo a través de licencias libres. No es necesario proteger desarrollos nuevos, porque no es necesario superar a la competencia. También las experiencias y las mejores prácticas pueden publicarse. De esta manera varias de las tareas de desarrollo muchas veces solamente son necesarias una sola vez para cada tecnología involucrada.

El capitalismo, en cambio, incentiva desarrollos paralelos porque en muchos casos las tecnologías propias son elementos clave para obtener ventajas para sobrevivir en la lucha contra competidores. Esto puede resultar en consumos significativos de energía, pensemos en las oficinas para los desarrolladores y en la laboriosa creación de prototipos.

5. Tendencia a pensar en plazos largos

Los proyectos colaborativos en muchos casos se planifican para el largo plazo. Esto disminuye el consumo de recursos.

Los seres humanos fundan proyectos colaborativos para satisfacer sus necesidades. Justamente las necesidades básicas no varían mucho a lo largo de nuestra vida: tenemos que comer, necesitamos una vivienda digna y servicios y bienes de salud e higiene. Por eso los proyectos frecuentemente están interesados a poder sostener su actividad por mucho tiempo.

En muchos casos además tiene sentido crear productos con larga vida útil, para poder satisfacer las necesidades por más tiempo. Esto contribuye a un menor consumo de recursos para nuevos ejemplares de los bienes.

En cambio, el capitalismo no aspira directamente a satisfacer necesidades, sino que su finalidad es la renta financiera. También para proyectos comerciales pueden existir ventajas si se orientan en el largo plazo, pero mientras que exista una ganancia que justifique una inversión, el tiempo que dure el emprendimiento no es tan importante. El volumen de ventas suele ser crucial para los ingresos de las empresas. Esto crea incentivos para productos con corta vida útil: esto a corto plazo puede incrementar los ingresos, pero también aumenta el consumo de recursos. En el commoning, en cambio no hay incentivos para la obsolescencia programada y fenómenos similares.

6. La sustentabilidad ayuda a prevenir escenarios negativos, también desde la perspectiva de la teoría de juegos.

Según la estrategia minimax, es racional usar un modelo sostenible en proyectos de commoning para sostenerlos a largo plazo.

Con la ayuda de la teoría de juegos, que frecuentemente se usa en ciencias económicas para evaluar decisiones empresariales y políticas, podemos justificar un enfoque sustentable: Si se aspira a garantizar un éxito a largo plazo, el proyecto debe ser amigable con el medio ambiente.

Cuando un proyecto actúa de manera no sustentable, pueden aparecer diversos eventos y efectos negativos. Estos pueden erosionar las ventajas del commoning hasta poner en peligro la producción. En rubros como la agricultura, cuya producción directamente depende de fenómenos naturales como el clima, una producción que no respeta el medio ambiente puede hacer disminuir el rendimiento. Otro ejemplo es la estructura de costos: cuánto más recursos costosos consumamos, mayor es el peligro que el proyecto sufra problemas de financiación. A esto se suman potenciales problemas judiciales y para la imagen den proyecto. Un proyecto no sustentable podría por ejemplo ser amenazado por prohibiciones estatales, pero también por boicots y el éxodo de colaboradores.

La teoría de juegos, aplicada a organizaciones o proyectos, evalúa jugadas, en este caso decisiones de gestión, por su resultado positivo o negativo para el proyecto. La estrategia minimax aspira a llegar al mejor puntaje aún considerando resultados adversos. Con sustentabilidad se previenen escenario del tipo peor de los casos (worst case, en inglés) como los que hemos visto en el párrafo anterior.

De este modo, la estrategia minimax, en casi todos los casos, nos concede un mejor puntaje si las actividades del proyecto son amigables con el medio ambiente. Esta estrategia cautelosa y preventiva que usa por ejemplo el software de ajedrez, es la más aconsejable si la meta es satisfacer necesidades básicas a largo plazo. Por eso podemos decir que según esta estrategia un enfoque sustentable es racional tanto para el proyecto como para sus participantes y beneficiarios.

En el caso de las empresas capitalistas, la estrategia más racional no es tan clara, porque la meta no es garantizar la satisfacción de necesidades a largo plazo, sino la ganancia. En muchos casos, estrategias cortoplacistas o más arriesgadas pueden llevar a un mayor puntaje porque atraen más inversiones o generan mayores ingresos.

7. Los recursos naturales son difíciles de “commonizar”

Las materias primas y las energías fósiles causan costos corrientes que dificultan la organización de proyectos colaborativos. El uso de energías renovables y recursos reciclados o localmente abundantes es más fácil de organizar.

Las materias primas, incluyendo los combustibles fósiles, a menudo deben ser adquiridos en el mercado. De esta manera continuamente se generan costos corrientes que obligan a los proyectos a generar ingresos. Esta dependencia dificulta la organización de proyectos colaborativos, porque prácticamente los obliga a vender productos o servicios (lo cual supone una vuelta a la lógica del mercado) o pedir contribuciones financieras a los participantes.

Si los proyectos exclusivamente usan energías renovables de producción propia, la estructura de costos es diferente y más amigable con los proyectos de commoning: Luego de una inversión considerable en un molino eólico o módulos fotovoltaicos la energía queda disponible durante décadas. Hay que considerar los costos para repuestos y la vida útil de la instalación, pero los costos corrientes son considerablemente menores a partir del momento cuando la inversión se ha amortizado. Si se usa la energía de manera flexible (ver próximo punto), es posible que esto ocurra después de menos de un año.

Algo similar ocurre con el consumo de materias primas. Los proyectos que usan recursos que abundan localmente, por ejemplo recursos agrícolas o materiales reciclados, obtienen una estructura de costos mucho más favorable. Aún si hay alguna y otra deficiencia menor en cuanto a las características de los materiales, en proyectos de commoning su uso puede seguir siendo más ventajoso porque se prescinde de la dependencia de ingresos. El uso de estos recursos es casi siempre más sustentable que el de materiales raros o costosos que provienen de la industria extractiva; esta frecuentemente es dañina para el medio ambiente y el clima.

8. Uso flexible de las energías renovables

Los proyectos colaborativos pueden usar energía solar y eólica de manera más flexible y aprovechar períodos de abundancia de electricidad.

En muchas partes del mundo, la energía solar y la eólica son las fuentes de energías renovables más económicas y más fáciles de usar. Sin embargo, se caracterizan por variaciones en su disponibilidad. Para operar una fábrica o cualquier instalación productiva con un 100 por ciento de uso de energía renovable, muchas veces hay que elegir entre opciones principales: el costoso uso de tecnologías de almacenamiento (como baterías) o un consumo flexible, operando la instalación solamente cuando hay suficiente disponibilidad.

En el capitalismo la interrupción de la producción habitualmente causa pérdidas, lo cual dificulta el uso flexible de energía. Una razón principal es que la competitividad debe maximizarse siempre cuando sea posible para no perder mercado a la competencia. Aún pausar la producción en fases con muy poco sol y viento (un problema sobre todo en invierno en regiones con clima templado o polar) solo es posible si existe una recompensa (pagada por el Estado o la distribuidora de energía). Las empresas menos flexibles son las que emplean el método Justo a tiempo o JIT (just in time), conocido por su introducción por parte de Toyota en Japón. Este modelo ampliamente usado en la industria reduce el almacenamiento de productos y materiales en depósitos al mínimo, pero las empresas necesitan poder cumplir estrictamente con cantidades y plazos para no causar problemas de coordinación en la cadena de suministro.

Proyectos colaborativos con financiación sólida tienen mucho menos presión por parte de la competencia y no es necesario maximizar la eficiencia de manera tan extrema con métodos como el JIT. Obviamente también los proyectos que suministran bienes unos a otros tienen que coordinar entre ellos. Pero en general no es problemático usar depósitos para poder producir más cantidad de bienes cuando convenga y almacenarlos para tener disponibilidad en fases con poco viento y sol. A esta mayor flexibilidad contribuyen varias características del commoning: las unidades de producción son habitualmente más pequeñas que en el capitalismo, y debido a la longevidad de los productos (ver punto 5) no son tan grandes las cantidades que se necesitan producir para un cierto nivel de vida, reduciendo las superficies necesarios para depósitos. Y finalmente, los proyectos tienen autonomía para decidir (por consenso con los beneficiarios) medidas menos convencionales, como ralentizar o pausar el suministro de algunos bienes no tan críticos para las necesidades básicas durante épocas de menor disponibilidad de energías renovables.

Por todas estas razones los proyectos colaborativos en general son más flexibles para ajustar la producción a la disponibilidad de energía. Si bien no será posible prescindir de almacenamiento de energía por completo, se puede reducir significativamente.

9. Decisión activa

La participación en iniciativas colaborativas permite decidirse explícitamente por un modelo sustentable, debido a su estructura democrática.

En el capitalismo, las personas que consumen los bienes solo pueden tomar decisiones respecto a la sustentabilidad de los productos con efecto indirecto. Por ejemplo pueden seleccionar marcas y boicotear otras, lo cual no es fácil debido a la complejidad de las cadenas de suministro que habría que investigar. Las certificaciones pueden ayudar un poco pero no evitan que la decisión sigue siendo indirecta, puede haber información incorrecta, y si no hay productoras sustentables nada se puede hacer. La única posibilidad de realmente controlar este aspecto es fundando una empresa o cooperativa, pero esto es costoso y complejo. Y ni siquiera garantiza la continuidad del modelo ecológico para siempre, porque si cambian los inversionistas, éstos pueden decidir cambiar los “valores” de la empresa.

Los proyectos colaborativos, en cambio, habitualmente le otorgan voz y voto a las personas que participan, no solo a las que invierten. Ya en la actualidad es posible participar de proyectos de agricultura y horticultura solidaria que proveen asambleas y espacios de discusión para tomar las decisiones más importantes. Además, en general las cadenas de suministro son transparentes. Así aún los que no quieren participar activamente en las discusiones pueden elegir los proyectos que más se acercan a su idea de sustentabilidad.

El Abastecimiento Libre: Alternativa sustentable para el ingreso básico

El Abastecimiento Libre: Alternativa sustentable para el ingreso básico

La producción colaborativa podría ayudar a combatir la pobreza en el mundo. En este texto presentaremos una alternativa al ingreso básico y a otros conceptos de ayuda social, amigable con el clima y el medio ambiente.

El Ingreso Básico Universal es un concepto que ha sido discutido frecuentemente en corrientes de izquierda, sobre todo en Europa, pero también fue propuesto por autores liberales como Milton Friedman. Consiste en un pago mensual para cubrir necesidades básicas para todas las personas que habitan el país. Una prestación de ese tipo, según sus partidarios, podría proteger a las personas efectivamente de la pobreza. Y brindaría tranquilidad a los que temen que sus puestos de trabajo sean reemplazados por tecnología de automatización o inteligencia artificial.

Pero el concepto también cosecha críticas. Sería una prestación costosa, que debería financiarse a través de altos impuestos. No son pocos los que se preguntan si un Ingreso Básico Universal realmente llevaría a la justicia social: ¿es justo si mucha gente trabaja duramente y otros viven solamente de una prestación? En los estados de bienestar, por ejemplo en Europa, la ayuda social frecuentemente despierta críticas similares en partes de la población, que ignoran que estas prestaciones también proveen seguridad para las personas que trabajan y además mejoran su posición en negociaciones salariales. Pero lo cierto es: Un Ingreso Básico Universal dependería de la disposición de la población de financiarlo a través de impuestos, por muchos años.

(Este texto es parte de una serie introductoria sobre los conceptos que presentamos en este blog: #1 La Era Dorada, #2 100% renovables, #3 Producción colaborativa incentivada, y #4 Abastecimiento Libre (este post).)

Además hay otro problema: Un ingreso básico realmente universal que cubra todas las necesidades básicas, es decir al menos vivienda, alimentación/higiene y salud, probablemente solamente podría ser financiado en países del mal llamado Primer Mundo, otros simplemente no contarían con los recursos financieros para ello. Se podría argumentar que este lujo de los países ricos aumentaría la desigualdad en el mundo y podría despertar malestar entre la población trabajadora en países pobres.

Un “ingreso básico” en especie - ¿a nivel mundial?

Imaginémonos ahora que alguien proponga un ingreso básico universal global, que alcance para satisfacer las necesidades básicas de una manera realmente digna, es decir de al menos un valor de aproximadamente 500 dólares estadounidenses mensuales. La mayoría de la gente consideraría completamente irrisoria a esta propuesta, aún los que apoyan al concepto del ingreso básico en sí. En gran parte del mundo este valor superaría al salario mínimo. Si en vez de dinero la prestación consistiría en especie, es decir que se repartan bienes y servicios básicos, probablemente mucha gente seguiría afirmando la imposibilidad de este concepto.

Quizá algunos repensarían su rechazo a este modelo si se dispone que los mismos beneficiarios serían los encargados de mantener la infraestructura de producción y de prestar los servicios. Pero seguramente seguiría habiendo dudas, sobre todo acerca de la financiación.

Pero podríamos organizar el modelo un poco diferente: ¿Y si una iniciativa de commoning provee una especie de plan o concepto para facilitar que surjan proyectos colaborativos que provean los bienes y servicios básicos? La idea sería que todos los planos, recetas, croquis, software, manuales y tutoriales necesarios para satisfacer necesidades básicas se encuentren disponibles, bajo licencias libres, para cualquier grupo que desee crear un proyecto productivo en cualquier región del mundo. Por ejemplo podría haber planos para fábricas, de alimentos hasta paneles solares, conceptos para viviendas de bajo costo, pero también para hospitales y hogares para adultos mayores.

Esta colección de conocimientos debería ser tan detallada que contenga los planos necesarios para todos los procesos en las cadenas de suministro de los bienes. Los que quieran fundar proyectos nuevos deberían poder seguir una secuencia de pasos comprensibles y probados para erigir la infraestructura de producción. Principalmente sería necesario adquirir las tierras y materias primas necesarias, construir las instalaciones y organizar la distribución de tareas. En todo el mundo podrían proliferar estas iniciativas cuando grupos de personas decidan unirse para concentrar recursos y satisfacer sus necesidades de manera sustentable.

En nuestro último texto de la serie, que describe el modelo de la producción colaborativa basada en incentivos, se analizaron posibilidades para crear y financiar una infraestructura de producción basada en el modelo de la Fábrica libre. Estos establecimientos tendrían la finalidad de producir bienes bajando gradualmente los costes marginales a cero, por ejemplo usando energías renovables. La idea sería que la infraestructura productiva pueda, al final de un proceso de transformación, proveer los bienes para el costo de los materiales y la necesidad de trabajo humano se reduzca paso a paso con automatización e inteligencia artificial.

Una pieza clave del rompecabezas serían las Finanzas Commons, una forma del financiamiento colectivo para plazos largos, que le otorgaría el derecho a un abastecimiento básico a toda persona que contribuya con pagos o prestaciones y trabajos.

A este concepto lo queremos llamar Abastecimiento Básico Libre. Consistiría en la aplicación del modelo de la Producción Colaborativa basada en Incentivos a la satisfacción de necesidades básicas. A continuación, queremos explayarnos sobre cómo emprender el camino para levantar la infraestructura y organizarse, luego veremos algunas de las ventajas.

¿Cómo empezar y organizarse?

Podemos identificar dos posibles estrategias para avanzar gradualmente hacia un Abastecimiento Básico Libre, sin que haga falta una estructura de Fábricas Libres o conceptos para todos los pasos de la producción. Probablemente al comienzo solo para algunos de los procesos productivos existan conceptos de hardware libre.

La primera estrategia se podría describir como un poco más capitalista. En el texto anterior ya habíamos presentado la idea de una alternativa a la jubilación basada en el commoning y las Finanzas Commons: Las personas realizan pagos regularmente a proyectos productivos para que éstos luego les cubran las necesidades básicas como alimentos, salud, vivienda y movilidad/transporte.

Basándonos en un concepto similar, nos podríamos imaginar una suerte de seguro al desempleo ofrecido por los mismos proyectos que también ofrecen esta jubilación Commons. Al comienzo, las prestaciones de este seguro estarían limitadas a un período a definir, por ejemplo dos años. Cuando la persona pierde su empleo se “activa” el abastecimiento, y estaría obligada a avisar a los proyectos cuando consigue otro empleo. Estas reglas estrictas probablemente serían necesarias porque podría haber personas que busquen aprovecharse del concepto. Podrían entrar al proyecto requiriendo los servicios casi inmediatamente después de haber comenzado con los pagos y luego de haberse beneficiado del período máximo simplemente dejan de contribuir. Para lidiar con este problema se requerirán probablemente prácticas típicas de las compañías de seguro tradicionales, como pruebas y tiempos de espera, hasta sanciones como la exclusión del abastecimiento en caso de incumplimiento.

El período máximo del abastecimiento que cubren los proyectos se puede ampliar a medida que avancen las transformaciones de la estructura productiva hacia el modelo de las fábricas libres. Para incentivar el cumplimiento con las reglas del proyecto, se podría negar este beneficio a los incumplidores. Al final de este proceso se avanzaría hacia un abastecimiento libre con cada vez menos restricciones, hasta poder prescindir completamente del límite máximo.

Un camino un poco diferente, más parecido al funcionamiento de las iniciativas de commoning de la actualidad, consiste en ofrecer al comienzo un abastecimiento mínimo sin demasiados requisitos ni restricciones, pero requiriendo una obligación de participar de las tareas necesarias, además de compartir los costos. Este es un concepto que se basa en las iniciativas ya existentes de las huertas comunitarias y de la agricultura comunitaria. En este concepto se podría empezar ofreciendo productos agrícolas y otros con cadenas de suministro simples, para ampliar el abastecimiento gradualmente hacia otros productos y servicios.

Idealmente podríamos combinar ambos modelos: Podrían surgir proyectos que ofrezcan un abastecimiento mínimo de alimentos a todas las personas interesadas. Paralelamente se fundan proyectos para productos más complejos que operan según el primer modelo (el modelo del seguro), es decir que solo ofrecerían sus prestaciones a los que contraten el seguro. Una vez que la infraestructura de las fábricas libres esté disponible en gran parte de las redes de suministro, se podrían fusionar las prestaciones de ambos tipos de proyectos. En caso de cuellos de botella, durante un tiempo será necesario priorizar a las personas que contrataron el modelo del seguro o que participen de las tareas.

En ambos casos, antes de comenzar con la prestación es necesario un período de planificación. Como hemos visto en textos anteriores, esta fase puede incluir simulaciones de los procesos productivos y de los recursos necesarios.

Las ventajas con respecto al Ingreso Básico Universal

Parece bastante más realista combatir la pobreza global proveyendo “solamente” los conocimientos aplicados y no la infraestructura misma o el pago de un ingreso básico. Esto puede considerarse un importante punto a favor del concepto del Abastecimiento Básico Libre. Podría haber más ventajas si se compara el concepto con el Ingreso Básico Universal.

Un punto para considerar es el de la amigabilidad con el medio ambiente. Un Ingreso Básico Universal probablemente no tendría mayor incidencia sobre las emisiones de gases invernadero y la protección de la naturaleza. Los beneficiarios de esta prestación seguirían dependiendo de la economía de mercado para satisfacer sus necesidades. Es decir, no cambia en nada la presión sobre las entidades productivas (las empresas) de crecer y generar rentabilidad, reforzando la tendencia hacia un elevado consumo de recursos naturales.

Si bien existen conceptos para financiar un Ingreso Básico con un impuesto sobre las emisiones, esto no cambiaría el paradigma general de la economía de mercado, que premia la ganancia antes que la sustentabilidad. Este punto queda aún más claro si imaginamos las consecuencias de un ingreso básico equivalente a 500 dólares estadounidenses mensuales en países de bajo nivel de desarrollo económico: muy probablemente llevaría a un sustancial aumento de emisiones si no se acompaña con medidas extremamente sofisticadas o restrictivas.

El Abastecimiento Básico Libre, en cambio, nos provee la sustentabilidad del commoning con los puntos que ya hemos visto en el texto anterior de esta serie. Los resumimos de manera muy escueta: fuertes incentivos para el cuidado de recursos y el uso exclusivo de energías renovables, menor presión para crecer y generar rentabilidad, y una mayor flexibilidad para adaptarse a una oferta fluctuante de energía renovable (particularmente solar y eólica). Aún si este concepto se popularizara de manera global, es probable que no causaría una suba significativa de emisiones de gases invernadero.

Otro punto a favor de la sustentabilidad de este concepto es que la provisión de bienes y servicios sería probablemente mucho más estable a largo plazo que un ingreso básico. Como ya vimos, un ingreso básico depende del financiamiento a través de impuestos, y en tiempos de crisis económicas, que probablemente seguirían existiendo, sería posible que la sociedad no esté dispuesta a pagar un lujo de este tipo.

Un concepto basado en el commoning no tendría este problema. Idealmente la infraestructura sería completamente independiente del presupuesto y accionar del Estado. Una tecnología que una vez se publicó bajo una licencia libre potencialmente estará disponible para siempre, y las Finanzas Commons proveen un canal de financiamiento totalmente privado. Además las iniciativas colaborativas tienden generalmente hacia una sustentabilidad a largo plazo. Los recursos importantes, como terrenos e inmuebles, se adquieren para siempre. Existen estructuras legales que pueden evitar que los proyectos y sus recursos sean vendidos en un momento posterior. Un ejemplo es el proyecto colaborativo alemán de viviendas Mietshäuser Syndikat, que basado en una estructura de sociedad totalmente privada, logra prevenir la venta de los inmuebles y asegurar que sus participantes se beneficien de bajos alquileres por décadas.

Conclusión y mirada al futuro

¿Cuánto tardaría el establecimiento de un Abastecimiento Básico Libre? Esto depende, en nuestra opinión, de los rubros que se incluyan. La provisión de alimentos básicos es la tarea que más rápidamente se podría incluir, al ya existir varios proyectos de agricultura y horticultura comunitaria. A través de Finanzas Commons estos proyectos pueden ampliarse para finalmente llegar a grandes partes de la población. Para poder crear rápidamente proyectos nuevos son interesantes la ideas de los terrenos compartidos y del uso temporario de inmuebles, permitiendo utilizar espacios ociosos por un período limitado hasta que sea posible adquirir terrenos. Esta infraestructura de producción primaria podría ampliarse rápidamente con proyectos de manufactura sencillos, como molinos, panaderías y servicios similares. En todos estos rubros sería posible que los beneficiarios del Abastecimiento Básico Libre participen de las tareas, tal como ocurre en la agricultura comunitaria.

El mayor desafío serían los servicios relacionados con la salud y sectores como el cuidado de ancianos. Este sector cuenta con complejas redes de suministro y una alta demanda de trabajo humano especializado. Si bien es posible crear una instalación compleja como un hospital a través de la práctica del commoning, es difícil imaginar que los pacientes potenciales participen de las tareas. Por eso, probablemente sería necesario que los proyectos que mantengan hospitales, hogares e instituciones similares cooperen con otros proyectos como ocurre en el concepto de las Federaciones Commons de los autores alemanes Christian y Martin Siefkes. La idea es que la participación en un proyecto otorgue el derecho de recibir prestaciones de otro, y vice versa. Por ejemplo, el personal médico y de enfermería sería abastecido gratuitamente con productos del sector alimenticio sin tener que participar con tareas o financiamiento, comprometiéndose a atender en sus hospitales y consultorios también a las personas que trabajan en este sector.

Proyectos complejos en estos sectores se podrían beneficiar de un mecanismo de financiamiento adicional. Varias iniciativas de commoning juntas podrían crear un fondo con una pequeña parte de sus ingresos por Finanzas Commons. Este fondo podría financiar proyectos importantes en rubros dónde aún faltan experiencias de commoning en la actualidad, como lo serían los hospitales. El trabajo de los proyectos pioneros en estos sectores es de extrema importancia para la elaboración de modelos prácticos y pruebas de conceptos para lidiar con los desafíos. En Alemania en la década de 2010 existió una iniciativa llamada GrundausCommon que justamente tenía esta finalidad y que fue presentada como alternativa al Ingreso Básico Universal. Por desgracia, el proyecto se canceló en 2022 luego del fallecimiento trágico de su principal impulsora, la economista y autora Silke Helfrich.

En cuanto a la dificultad de su realización, sectores como vivienda, comunicación y transporte estarían ubicados aproximadamente en el medio entre los rubros “fáciles” para implementar estructuras de commoning (alimentos) y los “difíciles” (salud). Ya en la actualidad existen proyectos de hardware libre para casas pequeñas (tiny houses) y hasta para monoblocks de viviendas, pero el costo de los terrenos y dependiendo del país también las reglas para construcciones crean todavía costos elevados aún si la vivienda misma fuese construida en una Fábrica Libre. Y el ferrocarril, fundamental para un sector de transporte ecológico y sustentable, es un sistema muy complejo con altas barreras de entrada a nuevos actores. Probablemente un proyecto pionero para commonizarlo sería otro candidato para un fondo de financiación para proyectos importantes. En el campo de la comunicación, existen ya muchos proyectos de hardware libre, pero existe una alta dependencia de materias primas bastante escasas.

Para adquirir experiencias se podrían realizar proyectos piloto en comunidades de reducido tamaño, como pueblos y pequeñas ciudades. Ya existen experiencias valiosas en comunidades intencionales como las ecoaldeas que ya practican sistemas de abastecimiento parcial en la actualidad para sus habitantes. Se podrían analizar las mejores prácticas en estas comunidades, y los proyectos exitosos se podrían extender a poblaciones y regiones más grandes, hasta llegar al nivel de países enteros. Justo en los países más pobres el potencial para una transición gradual de este tipo es muy alto. Y en muchas áreas rurales del mundo existen experiencias con el commoning tradicional, como las tierras pastorales compartidas o la trashumancia, que también pueden funcionar como piezas del rompecabezas para un abastecimiento básico.

De todos modos parece que hay muchos caminos a Roma. Comenzar con lo más básico del abastecimiento es posible de manera relativamente rápida y fácil, como lo muestra la famosa huerta urbana Prinzessinnengarten en Berlín, Alemania, dónde se cultivan hortalizas en cajas o canastos en cualquier terreno que no se necesite para otro fin. Aún si un Abastecimiento Básico Libre se tuviera que limitar, durante unos años, a bienes primarios (por ejemplo, agrícolas) y de escasa elaboración, en muchas partes del mundo esto ya significaría un gran avance en materia de satisfacción de necesidades básicas.

Y si se logra comenzar a combatir la pobreza con Abastecimientos básicos al menos parciales, esto podría darle al commoning el empujón que necesita para expandirse a cada vez más sectores de la economía. De esta manera, cada vez más seres humanos se podrían beneficiar de este modelo inclusivo, solidario y ecológico. Y esto a su vez podría posibilitarnos lograr la neutralidad climática antes que si seguimos confiando en el Estado y los mercados.